¿Nos quieren a los uruguayos?

Recientemente tuve la oportunidad de visitar la ciudad de Buenos Aires, con el objetivo de realizar un estudio de campo para la Cátedra de Estudiodecampología y Excusaspelotudasparairdeviajelogía de la Universidad Politécnica de Calahuachita, cátedra de la cual quien les escribe es Profesor Adjunto Emérito Supercalifragilisticoexpialidocio Grado 28,3.

La Cátedra, durante uno de sus variados seminarios.

La cosa es que por lo general me gusta mucho ir a BA, ya sea por que las luces de colores me atraen o porque en el viaje a la vuelta puedo pegar un par de cartones de puchos a más bajo precio. Lo bueno de ir a la capital porteña es que uno siempre es recibido con una cierta simpatía generalizada por parte de los argentinos. Si uno anda de termo y mate o dice mucho «BO» lo sacan al toque y los argentos se distienden con un «Ufa chabón, que suerte que no sos chileno, boludo, ¡Viva Perón!» (Para mí todos los argentinos terminan sus frases así).

El tema que esta última vez no noté ese trato cálido y fraterno. Más bien indiferencia, y quizá hasta cierta sospecha. Y comencé a recordar que no en todos lados la palabra «Uruguay» nos abre las puertas con una sonrisa. Y me pregunté: ¿Qué pasa que ni hasta el pueblo más detestado del mundo nos trata con cariño? Y llegué a la conclusión de que capaz que no es como pensábamos que era; que como somos del paisito todos nos iban a tener simpatía. No solo basta con ciertos logros deportivos para granjearnos la simpatía instantánea de cualquier persona (como sucede con los tibetanos, que todo el mundo los quiere)

Yo siempre que veo a un tibetano le pago una birra. Son recontra simpáticos y casi que no les jieden las patas.

La verdad, es que los uruguayos podemos ser bastante infumables. Claro, al tener un concepto tan elevado de nosotros mismos, como ya hemos hablado en esta misma columna, no nos percatamos de ciertas actitudes bien uruguayas (tan uruguayas como tomarse un mate, bizcochear, chistarle al guarda, ir al bar por unos trucos y soñar con ser campeón) como por ejemplo…

Somos aguafiestas

Para muchos compatriotas, el mundial de Sudáfrica fue un logro inconmesurable. Una épica leyenda de garra, sacrificio y todo lo que nos hace uruguayos. Capaz que no fue tan así para los Sudafricanos, anfitriones de la copa, a quienes dejamos afuera, y después a todo África cuando les cagamos el sueño de que por primera vez en la historia llegara un cuadro del Viejo Viejo Continente a una semifinal. Aparte, y aunque la lógica del fútbol nos ampara, los africanos (y mucha gente que ve el mundial) tienen una concepción bastante naïf del fóbal, y consideran que la eliminación de Ghana fue injusta porque la mano de Suárez fue un acto antideportivo.

Y todavía vamos y les hacemos un reclame baboseándolos mal. Que se jodan por neg... eh, jugar mal al fóbal.

También le hicimos lo mismo a los porteños (quizá sea por eso que ya no generamos tanta simpatía entre ellos, o quizá porque nuestro ex-presidente se le escapó decir que a lo mejor nos invadían y se habían realizado planes que contemplaban semejante escenario) en la Copa América y a los brazucas en el 50.

Ta, el fúbol es el fúbol, pero sé bien que todos los uruguayos se jactan de ir a otros países y arruinar todo en la medida de los posible, ya sea choreándose toallas del hotel, no pagando alguna cuenta, agarrándonos a las piñas o llevando a todos lados una camiseta de peñarol.

Somos unos garroneros

Acá quizá yo ande con cola de paja, porque todo lo que voy a relatar a continuación es algo que he hecho o he visto hacer y mantuve mi silencio cómplice. Pero uruguayo que viaja a alguna parte es uruguayo que te garronea. Seamos sinceros; a todos nos encanta sacar esa pequeña ventaja que nos hace creer los más vivos de la cuadra. ¿Entrada gratis a algo? Vamos dos veces. ¿Fila que no tiene un órden establecido? Le metemo la pechera a un par de chinos y que se jodan. ¿Muestras gratis? Gracias, me llevo una… dos para el camino… una tercera porque soy uruguayo y andá a cagar. ¿Normas de conducta? Nos las pasamos por el forro, las normas de «no fumar», «no ingresar alimentos o bebidas» y «no tocar la propiedad ajena» las cumplen los europeos giles que tienen tremendo estado de bienestar.

"Que paguen los pelotudos."

Somos unos criminales

Aún así, siempre podemos argumentar que estas actitudes son relativamente inofensivas, que los uruguayos siempre jodemos en la chiquita. Pero no, la realidad es que algunas actitudes uruguayas de un tiempo a esta parte realmente pueden granjearnos el odio de mucha gente.

Por ejemplo, todos se indignaron de manera tremenda cuando el presidente francés Sarkozy nos metió en la bolsa de los paraísos fiscales. ¿Y? Todos sospechamos que acá de una manera u otra se está lavando guita. Bo, Paraguay, el sinónimo internacional de trucho no está en esa lista de la OCDE y nosotros sí. Yo sospecharía.

Paraguay.

Ponele que la gente que está sufriendo por el narcotráfico, la trata de blancas, la venta de armas y otras linduras ilegales, no va a estar muy contenta que le estemos protegiendo la guita a esos pintas. También recientemente tuvimos el caso de los soldados uruguayos que violaron un civil en Haití. Imagino que no quedamos del todo bien con el resto del mundo.

Usted lector, ya sumamente enfadado con lo mal que trato a nuestro país debe estar pensando «Que el puto este, si tan poco le gusta Uruguay, que se vaya a vivir a Francia».  La respuesta es no, porque no tengo pasaporte europeo. Y porque aún le tengo fe a que sí tenemos montones de cualidades positivas, solo que no las panfleteamos como deberíamos. ¿Qué otro ciudadano es capaz de acarrear un termo para tomar una infusión amarga todo el día? ¿Qué otro ciudadano tiene un sistema digestivo tan indestructible como para soportar el combo chori de carrito-torta frita con dulce de leche-vino suelto de almacén? ¿Qué otro ciudadano puede soportar estoicamente las sostenidas violaciones anales a las que nos tiene acostumbrados la burocracia pública y privada? ¿Qué otro ciudadano del mundo le pondría a su hijo Abayubá?

Ninguno, porque como el Uruguay no hay. Hay mejores, capaz.

Atte.

(el) Mansa

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