Gente que no

Por lo general soy una persona bastante tolerante. Tiendo a no quemarme demasiado con lo que hagan los demás, porque en definitiva quizá yo hice eso en algún momento. Hacer ruido a altas horas de la madrugada, consumir drogas en la vía pública, escuchar Ricardo Arjona; no sé, no me calienta demasiado que hagan esas cosas. Pero hay ciertas personas que a veces me atacan el nervio de la furia, y no siempre de forma racional. Por ejemplo:

 

Personas que no agradecen

Capaz que a mí me criaron de cierta forma distinta al resto de la gente, o al menos de muchas personas.

Evidentemente

Pero la verdad es que me pega en el forro de las bolas cuando uno realiza un acto de cortesía o de civismo (sostener la puerta para alguien, dejar pasar antes, avisarle a un amigo que se está apretando a un tranny, etc.) y no recibe ni un «gracias bo». Yo que sé, no es tan difícil; y yo no soy portero que me pagan para abrir la puerta. Aunque lo fuese, igual es de persona civilizada agredecer.

Esto parecería suceder más seguido con personas del sexo opuesto que son bastante atractivas. Escuchame una cosa, m’hijita, mirá que por más que yo sea un adefesio, dejo pasar primero a todo el mundo: a vos, y al cango más inmundo. No, no te quiero levantar, conchuda, así que por lo menos decí gracias.

Mi furia con estas personas es bastante grande; he dejado de comprar o ir a ciertos lugares porque no me dijeron un «gracias por comprar». Andá a lavarte el ojete, la próxima voy al Tienda Inglesa.

Personas con vehículos ruidosos

Se veía venir.

A mi no me molestan los ruidos. Nunca me quemé con la gente que tira bombas a altas horas de la noche, o se quedan en la puerta de casa a la madrugada gritando cosas, o que pongan el disco «Grandes éxitos» de Chocolate a la hora de la siesta a todo l0 que dá. Son cosas que yo he hecho, así que sería hipócrita quejarme.

Aparte, tremendo disco, bo

Pero, ¿qué tiene de bueno tener un vehículo que suena como si estuvieran desgarrando el ano del infierno? Esto es especialmente cierto para las motos, pero también hay coches ruidosos. No es un tema de que está roto algo y no hay guita para arreglarlo. Es de chupapija nomás. Entonces, propongo que a las personas que utilizan estos vehículos se los interne en un cuarto dos por dos con un parlante de los que trae Poul McCartney para el toque y que le pongan el ruido de la voz de Cecilia Bonino a volumen 11 las veinticuatro horas del día.

Sonríe, estamos copiando un formato pero ni tengo la gracia del Piñe ni las gomas de la Fernández

 

Personas que se ponen cremita en los labios

Ya de arranque, la palabra «cremita» me genera tremendo desagrado. Es la palabra que usaría un viejo verde para decir guarradas a una mujer, y probablemente en una voz lenta y degenerada, como silabeando. Aunque creo que cualquier palabra en diminutivo me da idea de pederasta.

 

Vení nenita, que te paso cre-mi-ta por la carita

Pero en especial, genera en mí una rabia inexplicable la gente que se aplica pomada o cremas en los labios y se las deja ahí todo el día. En la cara en general ya me parece jodido, pero en los labios me da la idea que es baba que se le queda pegada a la gente en la boca, especialmente en las comisuras. Conozco mucha gente que cuando habla mucho se le junta baba ahí y… ta, ya me da asco a mí.

¿Por qué me molesta tanto la cremita? Primero porque es al pedo: La Dotorselbi no ayuda pa’ un carajo, no me jodan. Si te quemaste, ponete agua, abundante. Si tenés un granito, reventalo como cualquier hijo de vecino. Si te agarraste herpes en la boca, bueno… quizá haber seleccionado un poco mejor qué o quién te ponías en la boca va a ser algo que no te vas a olvidar la próxima. Segundo: odiaba cuando de chico a mí me ponían pomada. La ya mencionada Dr. Selby tiene una textura ultra molesta. A los lectores internacionales de LVDLM (?) les explico: es un ungüento blanco que supuestamente sirve para todo, de consistencia pastosa-semi-pastadedientosa pero que increíblemente y aunque está en un pomo de aluminio siempre está tibia.

Lo que me lleva a mi tercer punto…

¡PARECE QUE TE HUBIERAN ACABADO EN LA CARA, LA PUTA QUE TE PARIÓ!

 

Nicolás Cotugno

Creo que no tengo que ahondar en por qué me genera tanto odio el estimado Monseñor. Es de público conocimiento que es un viejo caracagada.

No, en serio, la concha de tu hermana

 

Atte.

(el) Mansa

 

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