El Carnaval de la Pedrera

Concluído el Carnaval de La Pedrera (De aquí en más nos referiremos a él como CP) y dependiendo de a quién le pregunten, se podría decir que para algunos (Familias, turistas despistados, viejos carcamanes, aguafiestas en general) finalmente terminó ese estado de guerra interno y desenfreno de alcohol y drogas de una juventud perdida; mientras que para otros (jóvenes -aunque en un sentido no frenteamplista, ya que el oficialismo considera joven a un tipo de 37 años– comerciantes y desbundados en general) se acabó una de las oportunidades del año en donde liberar ataduras en una fiesta de sexo, drogas y espuma de cotillón.

Algo así vendría a ser la cosa

Siguiendo a los medios de comunicación, uno podría compartir la primer postura y decir «La juventud está perdida». En muchos casos es así, pero para este humilde columnista, que ya tiene algunas fiestas masivas en su haber (tengo, al fin y al cabo 25 pirulos y me estrené a los 16 con el primer pilsen rock… en donde cabe destacar que me embriagué de forma violenta); siempre me queda la sensación de que se sobredimensiona el caos y el descontrol y nada se menciona sobre las cosas que si estuvieron bien.

Antes que nada, debería darles la derecha a los que se quejan. Yo también encuentro algunas actitudes de los jóvenes bien repulsivas. Detesto a los vejigas que andan siempre con la canción de moda a todo lo que dá (puntos de odio extra si la música proviene de un auto… y tuneado) en un intento de demostrar cancherismo. Me parecen unos energúmenos los que van a una fiesta con ánimos de camorra para agarrar a piñas a unos pibes en patota. Tengo la sensación que todos los pibes hoy en día se visten de la misma forma y tienen las mismas caras. Encuentro incomprensible el pagar arriba de 200 mangos para hacinarse en un baile en donde la mayoría de los concurrentes son machitos (supongo que para las mujeres es también jodido el hecho de ser acosada sexualmente 270 veces por hora), la música es un pastiche de canciones de moda y los tragos son una bosta. No entiendo la necesidad de ir a cagar a algún lado y no tener la mínima decencia de embocarle al güater (ya ni hablemos de tirar la cadena). Pero ta, supongo que también yo estoy un poco viejo para algunas cosas.

-SI NOS ORGANIZAMOS COJEMOS TODOS -Pero bo, somos todos hombres. -Bueno, pero si nos organizamos...

Pero yendo en particular al tema del CP (aunque esto sea aplicable a todo lugar donde por diversos motivos se junte mucha gente joven), me parece que se van un poco al carajo con las críticas.

En primer lugar, me aburrí de ver testimonios y comentarios de que los pibes estaban todo el tiempo «Borrachos y drogados». Y acá tenemos que separar los tantos: el alcohol es una droga. Decir «borracho y drogado» es una redundancia, y además, meter en la misma bolsa al mamado y al pasado es no tener una mínima noción de lo que son las drogas. Supongo que todo esto viene de esa concepción represiva de que las drogas ilegales son «el flagelo de la sociedad». Basta pensar en lo que decían a uno de chico: «Cuidate de los drogadictos». ¿De cuáles? ¿Los fumetas que están todo el día escuchando reggae y morfando alfajores? ¿Los fruleros que hablan a los gritos y están con la cara trancada? ¿Los que toman ácido que están asustados de que el sobre de dormir se los va a comer? Doña que brinda testimonios a El País: el problema son los mamados. Mi experiencia con las drogas dice que el falopero no se manda (demasiadas) cagadas a no ser que además se haya alcoholizado.

En segundo lugar, gente que se quejaba de que le cagaban y le meaban todas las casas. Entiendo lo asqueroso que puede ser, pero, por lo general los baños de los camping son aberrantes (y además, al pobre pinta que le toca lavarlos no está en caja ni en pedo) y acá en uruguay no hay mucha otra opción que digamos a la hora de usar los servicios higiénicos. Hermano, uno explotar caca o pichí no puede.

Finalmente me gustaría señalar que si bien el jóven juerguista se va de mambo, hay que ver que es lo que recibe de la contraparte. Todo tipo de hospedaje es tremendamente caro, la opción más «económica», los camping, son un robo absurdo lo que cobran comparado con la calidad del servicio.

Aunque con un poco de manualidad, eso no resultó problema a este cronista

Comprar la cosa más pelotuda siempre tiene un reajuste de por lo menos el 30% comparado con comprar ese mismo artículo en cualquier otro lado. Las compañías de bondis, como siempre, mandándose cagadas, metiendo gente de a pie, retrasándose, etc. Bo, ‘ta todo bien que los jóvenes se manejen como ganado, pero después no pidas respeto a las autoridades y el órden establecido si después lo único que se da es represión, desprecio y desidia. Los comerciantes viven llorando la milonga de que el turismo jóven no les conviene porque no gasta mucho. ¿Alguien se puso a ver qué es lo que venden estos comerciantes? Cosas para europeos. Eso es lo que venden. Yo no es por criticar una estrategia de ventas, pero si vas a poner un negocio en verano tenés que saber cual va a ser tu clientela. Si son jóvenes… bueno macho, no vendas juguetes artesanales para niños. Preguntenlé a los que venden refuerzos y cerveza. A los que venden panchos a la salida del baile. ESOS se llenan de guita y reciben a los jóvenes con los brazos abiertos.

Lo más grave del CP fue la lamentable muerte de un botija, que lo atropelló un imbécil que iba manejando borracho. Eso es un hecho aislado, en realidad. Cosas así suceden todos los días y no hay carnaval que valga.

Mi opinión es que estos eventos son lo más cercano que podemos tener a un Woodstock. Ese mismo festival que es considerado legendario por tantos viejos que hoy critican. Es cuestión de que ambas partes tengan un poco más de tolerancia, sentido común y ánimos de pasarlo bien. En definitiva, todos fueron jóvenes alguna vez. y no me vengan con que «Cuando nosotros éramos jóvenes…». Tenían los mismos problemas, la concha de su madre, lo que pasa que antes estaban los milicos. Capaz que algunos prefieren eso.

Imágen no relacionada.

 

Atte.

(el) Mansa

 

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