Yo no es que sea un militante fanático de la legalización del porro. Soy un simpatizante, como mucho. Voy a las marchas (a fumar, obvio) y meto pegotines en el termo. Ni coordino, ni elaboro manifiestos ni nada. Eso se lo dejo a gente más capaz que yo, con más iniciativa y capacidad de movilización. Lo que si hago es tratar de convencer siempre que se me presente la oportunidad. Explico mis razones de porque quiero faso libre a mi familia, mis compañeros de laburo, los testigos de Jehová que me tocan timbre, en mis entrevistas de trabajo, cuando voy al dentista a arreglarme los postizos. Nunca reniego.
Y, ¡sorpresa! El gobierno planteó la posibilidad de liberalizar el comercio de la marihuana, administrado por el estado y con regulaciones. Lo hizo en el marco de una batería de medidas que apuntan a la convivencia pacífica y la no violencia, lo cual tiene sentido. No es que el porro «libre» vaya a combatir la inseguridad, pero como una medida más, sin duda puede llegar a ayudar, pero no es de eso lo que versa la columna de hoy. Ya hay mucha gente que estudia sociología, criminología o leyó un artículo heavy en wikipedia haciendolo.
Yo estoy preocupado por el movimiento Pro-legalización, ya que estando en el tapete como van a estar estos días, creo que muchas veces juegan para la contra. Por ejemplo…
El eslogan es muy blando
En la última marcha a la que fui en Montevideo, aquella en la Primero de Mayo, un pinta animaba a la concurrencia mientras se armaban las bandas. Dado el hecho de que todo acto de masas requiere un saludable número de arengas para que parezca que hay un mínimo entusiasmo del lado del público, el pibe tiró las más conocidas: «¡LEGALICEN!» «MARIHUANA LEGAL». Lo usual.
Y de repente tiró un «¿Qué queremos? ¡DESPENALIZACIÓN DEL AUTOCULTIVO PARA CONSUMO PERSONAL! ¡Todos juntos! ¿QUÉ QUEREMOS?».
¿Lo qué? ¿Cómo carajo puede ser eso un eslogan válido?
Yo le veo dos problemas: 1) Es imposible hacer un cántico y 2) Es quedarse en la chiquita. Desde que los que fuman cuete se juntan, quieren poder fumar cuete en paz. Entonces algunos legisladores proponen el autocultivo (lo cual es válido) y después sale esta solución del «Estado-dealer». Lo cual, si bien es un muy buen primer paso, no es suficiente. El tema es que, como en toda negociación ninguna de las partes puede tener todo lo que quiere, y hay que transar. Pero si tu oferta inicial es una poronga, vas a tener que contentarte con lo que venga después, aunque sea una doble poronga cuarto de libra con queso. Ha de ser por eso que festejamos el hecho de poder comprar porro a precios inflados aunque tengamos que pasar por la denigración de entrar en una lista de consumidores.
El movimiento no debería haber transado. La consigna es, y debería ser siempre: Marihuana libre sin restricciones de ningún tipo. Que digo, inclusive podría ser DROGA LIBRE sin restricciones de ningún tipo. No, no es sano pedir eso ni lógico; pero es un golpe de fuerza.
No transar con un registro de consumidores
Este en todo caso es el punto crítico a combatir por parte del movimiento. Aunque aún nada es cierto (ni siquiera que vaya a prosperar la iniciativa) esto es lo que más me hace poner los pelos de punta. Un registro de consumidores implica que la marihuana es un producto de altísimo riesgo y hay que saber quienes son los usuarios. Uno podría llamarme paranoico, y en lo que refiere a la coacción, lo soy: nadie me asegura que el día de mañana algún genio de ideas conservadoras o autoritarias no revierta la legislación o directamente endurezcan las penas y de repente la policía tiene todita la información que necesita para llevarse a la mitad de los porretas del Uruguay en cana.
¿Vamos a hacer un registro para todos los que toman también? ¿Los que compran demasiado activia? ¿Los que consideran que el canal 4 tiene programación de calidad? No, es un abuso hacia ellos y su derecho de encajarse en el organismo lo que se les puta antoje la gana.
Dejarse de joder con lo de » XXXXX legal, Marihuana ilegal»
«Ah, claro» dicen algunos, «el alcohol que mata montones de personas por año es legal y el porro no». O, «tener armas es legal pero comprar churro no». Como si lo que se decide legal o ilegal fuera cuestión de mayor o menor daño. Si fuera por eso, la programación de canal 4 debería ser ilegal.
En todo caso argumentar que el hecho de tener un producto sumamente nocivo para la salud (alcohol, los lentes blancos de Waldo) es legal mientras que el «inofensivo» porro es ilegal solo ayuda a quienes quieren ilegalizar lo primero. Quienes piensan así entienden que es un tema lógico, pero no lo es; es un asunto de status quo. El chupi, el pucho y los uruguayos repatriados que hacen programas de mierda ya son parte de la sociedad y está aceptado como tal. No así el porro.
Recordemos que básicamente vivimos en una gerontocracia. Y lo que es peor, no es una gerontocracia del tipo «ancianos sabios que comparten la experiencia adquirida a través de los años», sino más bien del tipo «vieja conchuda que ya no disfruta de la vida y pretende que los demás vivan igual». Como toda vieja cochuda, nuestro país tiene un pensamiento bastante conservador con respecto a estos temas y tiende a encasillar a toda la cultura cannabica en un grupito de faloperos que toman vinito, escuchan reggae y votan a los comunistas.
Y eso me hace ir a lo siguiente…
Basta de relacionar al porro con una caricatura estereotipada berreta
Volvamos al acto de la Primero de mayo, o a cualquier otro que he ido (Parque Rodó, Molino de Pérez, la esquina de casa). ¿Alguno se detuvo a mirar lo que había? Te lo cuento: bandas de reggae o ese estilo musical tipo La Vela Puerca, artesanos, gente hablando como si vivieran en un constante verano en Valizas, rastas, morrales, bicicletas.
El esterotipo del porreta es fomentado por los propios porretas.
¿Se acuerdan del «está hablando de faso» de Capusotto. Si, se acuerdan porque fuman porro, obvio, que pregunta. Lo divertido de ese personaje, es que era una clara caricatura del porreta; ese que va todo el tiempo «Uhhh… escuchate este tema, bo, habla del faso, loco». Y los porretas fuimos y nos cagamos de la risa porque, bo, habla del faso, loco.
A mí ni me emociona tanto el reggae o los cuatro pesos de propina. Las rastas me parecen una pelotudez y en mi puta vida hice una artesanía ni la voy a hacer. Lo más cercano al jipismo que estoy es que no me baño. Me interesan cuatro carajos la cultura de comunión y las ondas de amor y paz, de como el ganja es la planta mágica que nos da la pacha mama. Seamos heteogéneos, gente.
El porro no es bueno
Se ha tratado de favorecer la legalización hablando de como la marihuana tiene incontables beneficios, de cómo no es adictiva, de cómo ayuda a muchas personas a pasar un mal momento.
No me jodan.
El porro es una droga más. Mala, horrible o más o menos. Pero droga al fin. Yo noy a criar a mis hijos con brownies de porro. Les voy a decir que te da cáncer, como toda sustancia que se fuma. Que cuando estás medio depresivo te hace ir la cabeza a mil y te deja aún más deprimido y desganado. De como una vez me zarpé con la macoña y terminé en la emergencia con taquicardia, alucinaciones y ataques de pánico.
No, acá el tema no es que el porro sea bueno. Acá es un tema de libertades y derechos. Mi derecho a decidir que hacer con mi tiempo libre y mi cuerpo. La libertad de decidir de que forma quiero intoxicarme sin que nadie pueda mandarme en cana. Sin que nadie me juzgue ni sepa que hago con mi vida privada. De como, al ser un adulto responsable tengo la capacidad de drogarme sin terminar siendo un lastre para la sociedad.
De eso se trata, y a eso hay que llegar.
De mientras podemos ir pensando que hacer con el canal 4.
Atte.
(el) Mansa
La Verdá de la Milanga defiende el derecho del porreta desde que es popular y trae visitas a su columna. Enterate más de como combatir el flagelo de Waldo y sus lentes blancos en Facebook o Twitter
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[…] 1,241 Dejo un texto divertido con relacion a toda esta movida: Mis recomendaciones al movimiento pro-legal […]
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