No puedo decir que todos mis sueños sean tan agradables como ese en donde llego a la ronda 5 en «Minuto para ganar». Y Waldo me abraza. Aunque ahora no es Waldo, es otro pibe. Según la página de la tele un tal Juanchi Hounie. Mucho gusto, señor.
Porque también tengo otro tipo de sueños. Donde está él.
TV Teddy (Es de una página en inglés, pero vale la pena para entender el funcionamiento del engendro)
Ta. Dejemos de lado que es televisión argentina de los 90′ y que la calidad del vídeo está a la altura de un vídeo porno amateur filmado por un manco mientras se fifa a un travesti enano en una cinta caminadora. ¿Como podría yo dormir tranquilo tras revivir este vídeo?. No sé si es la estática. La música quizá (muy probablemente). Que aparezca Diego Forlán en el 0:15 tampoco ayuda. ¿Esa voz emitida por una grabación computarizada? ¿Catorce cuotas de U$S14,90? Si, admito que ese vídeo podría pasar por ser de la dimensión desconocida. O quizá sea…
Pero, la realidad es que en Uruguay quien comercializaba el producto era Canal 4. Montecarlo TV. «Crónica TV con Vilar en vez de Anabella» como se lo conoce actualmente. Es que en esa época, los de la calle Paraguay traían lo mejor y no había con que darle. El engendro demoníaco y Super Campeones por ejemplo, pero además, quién luego se transformaría en un ícono cultural a fuerza de bloopers y más cantidad de alfajores ensocados dentro de su boca. Sí, en los 90′ Videomatch (Luego llamado «Showmatch», luego «Bailando por un sueño» y próximamente «Culo, teta y puterío») era el mejor programa del universo.
Pero Teddy emerge supremo como objeto olvidado de esa nefasta (¿o no?) década.
Y por eso ronda mis pesadillas. No tenía ningún atisbo de humanidad, y su charla era programada para hablar con unos casettes de vídeo. Cacho Bochinche sin guita por haber perdido todo en la rula la noche anterior tenía más onda con los chicos. ¿Qué digo? El anti Papá Noel (ese que en vez de dejarte regalos te meaba los zapatos para que después los reyes no dejaran nada) tenía más en consideración a los botijas.
Pero lo más inquietante, es que Montecarlo lo mercadeaba como si pudiera comentar los dibujitos en el 4. Lo cuál no ocurría, pero dejaba abierta la puerta de qué pasaría si además comentara otra programación del susodicho canal.
Los vídeos afirman que existió. Pero quizá sea todo producto de mi imaginación, y Teddy se presenta ante mí como un recuerdo reprimido de mi infancia, una situación tan angustiante en esos tiernos años que obligó a mi psique a buscar la forma más cariñosa posible para defenderme de la cruda realidad. Y mezclada con canal 4, vaya uno a saber por qué.
¿Qué es lo que mi mente trata de borrar de esos años? ¿Qué aún no había descubierto como tocarme con fines lúdicos? ¿Qué mi etapa escolar se basaba en el estatus que otorgaban los materiales didácticos? ¿Qué Berch Rupenián tenía una radio y varios programas de tele?
Quizá exagero y TV Teddy sólo era un producto inofensivo. Pero hay dos evidencias que apuntan a lo contrario:
1) Lo vendían por canal 4.
2) A los 0:32 del vídeo, la niña que dice: Ojalá que todos los niños del mundo puedan tener su osito Teddy.
Dulces sueños.
Atte.
(el) Mansa
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