Érase una vez querer empomarse hasta los agujeros de las paredes con tal de preservar la especie…
Una vez escribí sobre las estupideces que hacemos con tal de poder tener una vida en pareja. Con la perspectiva que me brinda el tiempo (y cantidades irrelevantes de alcohol barato), entiendo que nada nos lleva a niveles tan espectaculares de idiotismo como el sexo.
Lo que sucede es que, como todos ya sabemos, el instinto de reproducción es uno de los rasgos más primitivos e imperantes de nuestro cerebro. Solo sobrepasado por el instinto de autopreservación y el instinto de que cualquier aparición televisiva de Maximiliano de la Cruz va a producirnos vergüenza ajena.
Cuando se trata de perpetuar la especie, abandonamos cualquier pretensión de ser criaturas altamente razonables y creativas, porque lo único que nos interesa es hacer plomería con nuestros genitales. Y es entendible cuando lo vemos desde la perspectiva de la ciencia…
La Estupidez VS La Biología:
Lo que la mayoría de nosotros definimos como “entrar en calor” o “ponernos cachondos”, la ciencia lo define como:
“Momento en el cual tu cerebro se da una ducha, se viste bien, hace como tres horas de previa encajándose un cóctel de hormonas radioactivo, de ahí mete un taxi sin escalas al boliche reggetonero más deplorable hasta terminar con un pedo violeta, levantándose a un bagre que al otro día se va a despertar en la misma cama que VOS”
(Bibliografía a confirmar).
En resumen, eso que denominamos “instinto” en verdad es una serie de procesos químicos que nos hacen bajar la guardia porque todo nuestro cuerpo está completamente dedicado a una sola cosa… Por eso llegamos a las conclusiones más desconcertantes, como por ejemplo:
A) Por «una vez» que no se use condón no pasa nada…
B) Tener sexo con la esposa del levantador de pesas del barrio vale toda la pena.
C) Que a falta de otro lugar, el auto siempre te salva la cabeza.
Todo esto puede resumirse en que, por más evolucionados que nos creamos, hace realmente poco que dejamos de ser seres primitivos. Por lo tanto, la mayoría de las reglas o inhibiciones que tenemos respecto al sexo no vienen naturalmente sino que son producto de nuestra sociedad. La cual, por un lado nos limita y por el otro nos confunde por completo…
La Estupidez VS La Economía:
De todas las contradicciones flagrantes de nuestra cultura moderna, ninguna resalta tanto como la actitud que se tiene en cuanto al sexo. Lo que por una parte se considera un tema privado, vergonzoso o incluso tabú; es a su vez altamente difundido y comercializado las 24hs del día. Es similar a la actitud de un adolescente con sus erecciones involuntarias, por mucho que intente disimularlo, sabe muy bien que no se va a ir hasta que haga algo al respecto.
Por todas partes, se usa al sexo para vender, o directamente se vende sexo.
Sencillamente no hay manera de que no tengamos interés en el asunto, cuando nos lo estampan en la cara del mismo modo que una persona obesa nos aplasta cuando el ómnibus frena de golpe. Los anunciantes saben que apelar a la sexualidad es comunicarse directamente con las partes menos racionales de nuestro cerebro.
Entonces, cada vez que nosotros vemos esto…
La parte primitiva de nuestro cerebro cree que nos estamos mentalizando para esto…
La Estupidez VS Lo cotidiano:
La realidad es que incluso antes de que los mercados decidieran vender comunicándose directamente con nuestras entrepiernas, el sexo igual estaba presente en el día a día de todos nosotros, incluso cuando no somos los principales involucrados… Cuando éramos niños nuestros padres nos mandaron a hacer mandados ridículos o a quedarnos con la vecina medio loca que se babeaba, para que ellos pudieran tener su única sesión sexual del año.
La versión adulta de este ejemplo viene a ser cuando la persona con la que compartimos un dormitorio nos hace dormir afuera porque ligó un levante, y vos te clavas durmiendo en el sillón en vez de estar pasándola de fiesta. También puede suceder que una parejita entusiasmada haga golpear la cama contra la pared, entonces no solo te quedás rumeando tu evidente falta de acompañantes sino que encima tenés que tratar de dormir con una carpintería pornográfica al lado.
A veces, simplemente no es posible ser inteligentes con un aspecto tan fundamental de nuestras vidas. Ni tampoco tomarnoslo muy en serio, en tanto nos sucedan cosas como no poder aguantar la carcajada cuando se generan los “pedos vaginales”. O que hagamos lo imposible para mantener las luces apagadas con tal de que la otra persona no se entere que:
-Si sos hombre, tenés un compañero de cuarto filmando en el armario (entre fantasmas no nos vamos a pisar la sábana).
-Si sos mujer, hay exceso de pelos, exceso de kilos (muy relativo), o exceso de usar bombachas del siglo pasado.
A fin de cuentas, no importa todo lo inteligentes que seamos, ni los obstáculos y barreras que nos pongamos a nosotros mismos… todo va a resultar irrelevante en ese instante mágico de consumar el acto sexual. Después ya nos preocuparemos por cosas mucho más importantes y fundamentales en nuestras vidas, como decidir para que lado hacer la cucharita.
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