Érase una vez el hombre y su inevitable necesidad de tener larvas de garrapatas en los sillones del living…
Incluso si uno no es un “amante de los animales”, todos en algún punto hemos tenido una mascota. Quizás fue un labrador astuto y simpático que se llamaba “Tango”, con un pañuelo rojo en el cuello. O un gato suavecito que se acomodaba en tu falda y ronroneaba con cada mimo… o quizás tu mascota fue uno de esos estúpidos Tamagochis que se popularizaron por algún motivo que me elude, en cuyo caso calculo que el dinero ahorrado en vacunas y comida para perros debió haber sido invertido posteriormente en unos cuantos años de psicoterapia para superar el hecho de que tus padres no te querían.
Los perros y los gatos están entre los compañeros animales más antiguos de la raza humana. Seguidos posteriormente por los caballos y demás animales típicos de granja. En nuestros días modernos, tendemos a olvidarnos del papel fundamental que los animales han desempeñaron en el avance de nuestra civilización. La tecnología ha reemplazado el trabajo animal, pero no del todo… todavía quedan los conductores de taxis, los árbitros de fútbol con miopía y los productores de Telenoche 4.
Pero los animales siempre tendrán un lugar como compañeros, que nos entretienen, nos levantan el ánimo en momentos difíciles o hasta nos cuidan (como es el caso de los perros lazarillos).
Entre las mascotas más comunes tenemos…
Los perros
Tener perro es una experiencia tragicómica. Los compañeros caninos son leales, amistosos (excepto los que tienen el carácter de un tiranosaurio con hemorroides), sensibles cuando estás mal y guardianes. También son un bicho bastante forro cuando deciden masticarte las plantas, los libros, las paredes, los muebles, el calzado, ¿Ya mencioné las paredes?
Y si logran poner sus fauces en tu pobre e inocente billetera… bueno, es cuestión de usar la imaginación y pensar en todo lo que uno tiene habitualmente en una billetera, pero pasado por una trituradora que te odia y que aparentemente no le importa que puedas conseguir una escopeta prestada…
Los gatos
El polo opuesto de los perros. A muchos les pasa que los felinos “les caen mal” (no parecería ser el caso de los chinos), por su típica independencia. Pero tienen cosas interesantes. Pueden ser bastante cariñosos, silenciosos, chicos y no te llenan de baba como un perro. Claro que si un gato tuviese la capacidad de llenarte baba de perro evidentemente estaríamos ante un extraordinario evento zoológico similar al de un chimpancé llegando a la presidencia…
Los roedores
Son los hamsters, coballos, ratones, ratas o cualquier roedor que de encontrártelo merodeando en tu cocina lo harías mierda a escobazos. Pero que se ganan nuestra simpatía al tenerlos en peceras con rueditas, viendo al pobre bicho correr y correr y no llegar a ninguna parte.
A mi entender, siempre se trata de un pobre bicho que no quiere saber nada de ser agarrado, tocado, o amaestrado para hacer paracaidismo desde la azotea. El tema con estos animalitos es que tienen una cosa media Orwelliana de que uno se los queda mirando y de a poco se pone sádico.
Los roedores más grandes como los conejos me hacen pensar en cazuela. Y los medianos me preocupa pisarlos, sentarme arriba o que se los coma el perro forro del vecino (que también es un forro). Mi vecino no calificaría como mascota, tiene el carácter de un hemorroide con hemorroides.
Peces
Se supone que los peces son terapéuticos. Sinceramente no puedo imaginarme que tiene de terapéutico quedarse mirando a una cosa colorida moverse de una punta a otra de la pecera. Es básicamente lo mismo que ponerse a mirar un centrifugado del lavarropas, pero sin la ventaja que eso colorido es tu ropa quedando limpia… los peces no sirven para
hacer ropa. Ni la ropa para hacer pescados. Contra la lógica redundante no hay caso.
Pájaros:
Las aves son la mascota más deprimente del universo. Nunca voy a poder entender al aficionado a tener pajaritos en jaulas. Se trata de un tipo de animal que realmente sufre el encierro y que no hay manera de negar que sólo existen para volar.
Quizás se pueda ser más flexible con los pájaros más inteligentes, como los loros o las cotorras. Que pueden realmente desarrollar un vínculo con los humanos. Pero incluso en esos casos, resulta claro que el bicho prefiere toda la vida ser libre que vivir encerrado, obligado a repetir estupideces a cambio de galletitas.
Exóticos:
Hay gente que cría distintas especies de reptiles, arañas, monos, y otros tipos de animales. No hay manera de que alguien me convenza que tener uno de estos bicharracos te hace sentir “acompañado”. En todos los casos, me suena a gente que no entiende que por mucha fascinación que algunas especies puedan generar, nada de eso justifica tenerlos en una casa, lejos de su hábitat natural… donde no puedan trepar por mi pierna, o morderme.
Entiendan, no soy un ecologista comprometido, ni un gran defensor de los animales.
Es sólo que pienso que si toda la plata y tiempo que se le dedica a tener cierto tipo de mascotas, lo dedicásemos a desarrollar nuevas tecnologías, quizás se podría inventar una nueva versión mejorada del Tamagochi, y entonces ya no tendría que seguir yendo al psicólogo para superar mi trauma de nunca haber podido tener mascotas.
El TaTa escribe los Lunes de Ktarsis desde la comodidad de su baño. Podés seguirlo vía Twitter o en Facebook, a tu propio riesgo.
Podés ver las guarangadas nuevas de DiosNosLibre.com todos los lunes y jueves, o disfrutar con nuestras publicaciones anteriores acá, acá y acá.
2 Comentarios: