Érase una vez despertarse y tener 28 años…
Contrario a lo que uno podría concluir siguiendo las carreras de Mirtha Legrand, Jorge Traverso o Luis Alberto Lacalle, todos vamos envejeciendo progresivamente desde el día que nacemos hasta el día que alguien se jode y tiene que pagar por nuestro funeral.
Durante nuestras vidas hay momentos que nos definen e indican que dejamos atrás una etapa. Como por ejemplo, cuando nos obligan a dejar los pañales, luego hay que empezar a ir a la escuela para aprender cosas que te vas a olvidar en dos meses, años después descubrís que la vodka nacional y el vino de caja no funcionan muy bien juntos, en algún punto te das cuenta que sin laburar vas a quedarte desnudo y pasar hambre (a menos que te dediques a ser stripper en una comunidad de mormones), hasta que finalmente se completa el círculo y te obligan a usar pañales nuevamente.
Pero existe un momento muy particular en el que nos damos cuenta que ya no somos jóvenes y hay que dejar de perder el tiempo en pelotudeces sin utilidad como mirar tele, quedarnos charlando en un murito durante horas o estudiar en la facultad de Humanidades. Para llegar a esta realización, hay algunas señales claras, y si coincidís en más de una quiere decir que tu juventud se quedó por el camino haciendo algo medio estúpido pero muy divertido y te manda saludos…
Sintomas de que te estás volviendo un adulto:
* Ya no tenés superpoderes: Hay algunas cosas que podías hacer durante la adolescencia que superan lo que se sabe sobre la resistencia del cuerpo humano. Como estar tres días sin dormir sobreviviendo a base de vodka y cereales con jugo de naranja (a veces todo mezclado), sacarte la resaca con una siesta de dos horas, o lastimarte y estar curado en menos de una semana… Hasta que un día empieza a suceder que no dormir bien te deja como un zombie el resto del día, las resacas son peores que la gripe del porcino y tus lesiones perduran más que tus relaciones amorosas.
* Tus amigos se están casando: Los casamientos son momentos memorables que empiezan a suceder sin que logres percatarte y de repente tuviste al menos tres en un año, todos de personas cercanas que realmente te querían presente en ese momento tan especial… lo que en mi caso ya no sucede desde que tuve problemas con una botella de whisky, la mesa de postres y mis pantalones.
* Los más jóvenes te parecen unos pelotudos: Mirás a un grupo de personas 10 años más chicos que vos y no tolerás más de tres segundos sin querer tirarles un ladrillo envuelto en alambrado de púas por la cabeza. En el fondo sos conciente que vos hacías y decías cosas igual de estúpidas, pero sencillamente ya no tenés paciencia para escuchar a un grupito de forros reírse como energúmenos cada vez que encuentran la palabra “verga” incluida en palabras más largas como “en-verga-dura”.
* Hablás de cosas que viviste hace 15 años: Cualquier veinteañero puede mencionar algunos recuerdos de cuando tenía cuatro o cinco años y le gustaba merendar crayolas con cascola. Pero obviamente, a mayor cantidad de años, más recuerdos tenés… y cuando podés pasar más de una hora rememorando cosas que pasaron hace más de una década, es señal de que ya no sos exactamente «joven».
* Los niños en la calle te dicen “Señor” o “Señora”: … Pendejos de mierda.
Pero no solo se trata de esas pequeñas señales, hay otras cosas, como la manera en que empezamos a comprender las cosas que suceden. Por eso, y para ilustrar mi punto, los dejo con un sencillo diccionario transgeneracional…
Diferencias fundamentales de vocabulario por edad:
DINERO:
Niños: Papeles coloridos necesarios para comprar caramelos y que salen como por arte de magia de las billeteras de los padres.
Adolescentes: Medio de opresión ejercido por los veteranos para obligarte a encarar el liceo con métodos dialécticos ¡Y es todo un complot injusto!
Adultos: Substancia rara y altamente adictiva que se obtiene una vez por mes pero que rápidamente desaparece entre cuentas, deudas, heladeras llenas y pagarle al psicólogo.
TRABAJO
Niños: Lugar al que van los padres a jugar todo el día pero siempre pierden porque vuelven cansados y de mal humor.
Adolescentes: Lo que tienen que hacer los conformistas sin aspiraciones que no tienen el talento de vivir del arte y la música, ¿Sacás?
Adultos: Lugar para escaparse del hijo adolescente pelotudo que se apoderó de tu casa.
SEXO
Niños: Momento raro de la noche en el que los padres se encierran en el cuarto para ponerse a saltar arriba de la cama.
Adolescentes: ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Gratis? ¿Cuándo?
Adultos: El domingo después de la siesta y sin locas pasiones que me duele la espalda.
HIJOS
Niños: Esos muñecos algo repelentes que abren los ojos cuando los enderezan.
Adolescentes: Elemento de la ficción utilizado para promover el uso de anticonceptivos.
Adultos: Mala desición o accidente cuyas consecuencias duran de 18 a 35 años.
ADULTO
Niños: Niños más grandes que se pueden comprar todos los juguetes que quieran.
Adolescentes: El ejemplo de todo lo que no vas a hacer cuando crezcas porque la tenés re clara y sós el único que realmente entiende lo que se siente ser vos.
Adultos: Persona algo resignada pero comprensiva que te devuelve la mirada en el espejo.
El TaTa escribe los Lunes de Ktarsis dictando a una secretaria a causa de su artrosis. Podés seguirlo vía Twitter o en Facebook, a tu propio riesgo.
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