Lo bueno de diciembre es que es la época del año donde todos, absolutamente todos, se suben al carro de mamarse hasta las patas. Pero también es importante recordar en estas fechas a aquellos desafortunados que, por avatares de la vida, se vieron privados de la vital sustancia y se vieron relegados a tener que tomar lo primero que se les cruzara por en frente, sea vino berreta, cerveza brasilera, fernet con coca o whisky «Golden King». En realidad, los ejemplos que siguen a continuación la pasaron mucho peor.
El ejército soviético se toma todo (literalmente)
Si hay un estereotipo fácil de la nacionalidad rusa, es el alcoholismo.
Pero el problema es que no sólo dicho estereotipo tiene un cierto sustento en la realidad sino que (y si leíste el artículo linkeado te podrás ir haciendo una idea de que viene esto) históricamente han demostrado esa afición al etanol. Vayamos a la década del 40 en Rusia, más específicamente diciembre de 1942 en la ciudad de Volgogrado (ex-Stalingrado, ex-Hitlertragalechegrado). Quien sepa algo de historia sabe que básicamente la Segunda Guerra Mundial se decidió en la batalla por esa ciudad. De un lado, los fríos, temibles y profesionales soldados teutones con su simpático paso de la oca. Del otro, rusos, uzbekos, cosacos, siberianos y un montón de nacionalidades más que conformaban la URSS.
Los rojos la pasaron mal, eso sin dudas, pero más allá de sus problemas con unos nazis molestos que venían a llenar las bolas con esas idioteces de la superioridad aria, el problema para el soviético promedio era la sed. Entonces, entre descanso y descanso (cuando se dedicaban a matar nazis) tenían que sufrir angustiosos períodos de abstinencia. Por suerte el alto mando soviético la tenía clara y si sabía que algo no podía faltar, era la bebida.
Lo que pasaba es que si no tenían que tomar, los rusos se tomaban todo lo que había cerca y que medio que pudiera entonar. No le hacían asco al alcohol industrial, los fermentados de frutas podridas, el iodofón, anticongelante de tanque o calzoncillos viejos. Una buena cantidad de bajas se termino dando por soldados que quedaron ciegos de tanto chupar o muertos por intoxicación. Lo bueno es que aprendieron la lección y se mantuvieron sobrios el resto de la guerra…
¿Lo qué ilegal?
Entre los años 1920 y 1933, en Estados Unidos llevaron acabo una de las medidas más absurdas y represivas que pueda llevar adelante un gobierno. Prohibieron la comercialización de alcohol.
Lo cual resultó ser un gran fiasco, porque: a) Nadie dejó de TOMAR alcohol b) Todos los problemas que se pensaron iban a desaparecer cuando desapareciera el trago en realidad aumentaron.
Lo que si sucedió es que mucha gente se dedicó al negocio del contrabando de alcohol, o bien de la fabricación ilegal. Por supuesto, y lo que todo consumidor de sustancias ilícitas sabe, la calidad de lo ilegal no pasa por absoutamente ningún control. Salvo el narco que hunde la cabeza en la montaña de merca de vez en cuando.
Y sucedía que el alcohol ilegal (moonshine) tenía cualquier mierda. Sin embargo, entre «cualquier mierda que puede dejarte ciego» y «nada» mucha gente obviamente prefirió lo primero. El gobierno norteamericano entonces decidió que ta, que andá a cagar y que iba a intoxicar el alcohol industrial para que la gente que lo usara para un kewi casero se envenenara y le puso un poco de metanol (lo que se usa en el alcohol azul para hacerlo intomable). Como la gente IGUAL siguió tomando, el gobierno se puso en plan «genocidio de tomadores» y empezó a agregarle nafta, querosén, acetona y mucho más metanol, por las dudas. 10.000 personas murieron directamente por este envenenamiento, quien sabe cuantas más quedaron ciegas o con daños irreparables. Pero bo, ta, peor era llegar del laburo y no poder tomarse un buen trago de caña cortada con solvente industrial.
Alcohol de la gayola
Aparte del hecho de no poder ver a los seres queridos, la violación, la constante violencia tanto de compañeros como de guardias y la violación; uno de los problemas de estar en cana es que de ninguna manera podemos mamarnos como dios manda. Afortunadamente, aquellos privados de la libertad pueden (y lo hacen) armar su propio trago casero.
Esta página (en inglés) tiene instrucciones de como armar tu propio coquetel tumbero en pocos pasos. Para los lectores no-angloparlantes, la cosa viene más o menos así:
Se consigue fruta de cualquier tipo -acá lo que importa es lo que fermenta y no si te da asquito la mandarina- se mete en una bolsa con agua y se la calienta para que la podredumbre vaya más rápido. Al cabo de unos días, la bolsa se empieza a hinchar como mujer con tránsito lento que no se tomó 3 yogurcitos por día y es cuando se le agrega azúcar y ketchup. Pasta base también ha de servir supongo. Tras dejar pasar unos días, tenemos lo que básicamente podría ser denominado «jugo de basura» con una graduación alcohólica similar a la de un vino y con el mismo gusto que tiene el cago de una persona que se pasó cuatro días enteros comiendo cáscaras de banana, porotos negros y morcilla dulce. Bueno, si ese cago se lo hubiese comido un perro moribundo y lo hubiese vomitado. ¡Sabor intenso!
Mátenme ya
África tiene sus cosas. Los paisajes, las comunidades indígenas, las guerras civiles, el tráfico de diamantes. Pero también es el hogar de lo que probablemente sea la forma más rápida y desagradable de morirse embriagado: el Chang’aa
Este trago consiste en partes iguales de fermentado de maíz y sorgo además de cualquier mierda que pueda tener un mínimo efecto destructivo de la corteza cerebral y mucha, mucha desesperación. No por nada la traducción del nombre del trago en cuestión es «Mátenme rápido» o «Mátenme ya».
Poco más queda para agregar, más que una pequeña parte del texto citado, traducido desde el inglés: «Cuando la policía realizó redadas recientemente, se encontraron en medidas de Chang’aa ratas en descomposición y ropa interior de mujer»
¡Salú!
Atte.
(el) Mansa
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