La Verdá De La Milanga no es una columna para la chacota, no señor. Habremos escrito una entrada en donde utilizamos 14 sinónimos del acto defecatorio o la defecación, pero vale la pena recordar que quien escribe es graduado Magna Cum Laude de la Cátedra de Periodismo, Comunicación, Microblogging y Malabarismo de la prestigiosísima Universidad Politécnica de Calahuachita; y que además da la casualidad que él mismo es profesor de dicha cátedra. Profesor agregado junior.
Entonces, en mi doble rol de docente y periodista (triple, si le agregamos que también alquilo un castillo inflable para cumpleaños infantiles) es que decidí que la columna de esta semana iba a ser un poco más «periodística».
Resulta que hoy en día todos hablan del tremendo tole-tole que es la educación, especialmente debido a la implementación de un plan piloto, el ProMejora y el bardo violento que está armando el gremio de la educación -los gremios en realidad; acá juegan ADES (Asoc. de Docentes de la Enseñanza Secundaria) y FENAPES (Federación Nacional de Profesores de Educación Secundaria)- para trancar el plan.
Como periodista sagaz que soy, la primer pregunta fue: ¿Qué poronga es el ProMejora? Y para eso nada mejor que citar a la fuente: Página del Codicen. Para los que les da paja leer, por suerte me tienen a mí y se los resumo.
El ProMejora (PM) básicamente es un programa de descentralización que busca que cada centro educativo se evalúe a sí mismo para ver en que anda bien, en que anda más o menos y en que anda como el culo para así realizar planes pedágogicos a corto y mediano plazo. Los contenidos se mantienen, así que si pensaste que el PM te iba a salvar de tener que saber qué cajeta pensaba René Descartes, malas noticias. Estos planes contarían con el apoyo del Codicen y al finalizar se evaluarían resultados.
Ahora bien, ¿cuál es la respuesta de los gremios? Ellos buscan: «impedir la implementación de proyectos privatizadores elaborados por iluminados que nunca pisaron un aula, y por construir un proyecto educativo alternativo al bloque hegemónico«. Entre otras cosas que sostienen, que no vale la pena mencionar porque mi vocación periodística no da para tanto, al menos que alguien quiera contratarme y entonces con mucho gusto.
Bueno, ¿Y? ¿Qué hacemo’? Acá van mis consejos, la…
Guía milanguera para mejorar la educación
1) Más guita para la educación
Si, no importa que ahora el gasto ande en torno del 4,5% del PBI. Precisamos el 6, o el 8 o el 10, de ser necesario. ¿De donde sacamos los morlacos? No sé, si fuera economista, ahora mismo estaría trabajando para una consultora y llenándome de guita y no escribiendo artículos pseudo-periodísticos en internet luego de laburar doce horas. ¿Para qué más guita? Porque se precisa que el docente esté. Siempre.
Recuerdo épocas liceales cuando faltaba un profesor y se nos dejaba libres o con algún suplente que se defendía como podía. Eso sólo fomentaba que en las hora libre me fuera a tomar alcohol o en el mejor de los casos era un día menos de entender algún tema o aprender algo nuevo.
Eso pasa porque, dejando de lado las ganas de dejar de laburar, el profesor o maestro tiene que tomar otro u otros trabajos más para complementar el ingreso. Eso significa que cuando hay reunión de padres o de profesores en el otro laburo, va a tener que faltar. O bien el profesor de el/la hijo/a faltó y le quedó el botija en casa y no tiene quien se lo cuide. O muchas cosas más que no deberían pasar si tuvieran un solo laburo, estable y que rinda económicamente.
Ta, es cierto, no sólo en sueldos se debería gastar toda esa guita. Hay escuelas que se llueven, universidades que no tienen sillas para sentarse ni pizarrones, liceos en donde entran de a treinta pibes por clase, facultades donde los profesores le venden falopa a los alumnos para poder subsistir.
Los libros salen caros, los materiales también, especialmente en carreras en donde hay un déficit grave de egresados. Bo, se precisa guita. ¿En qué la gastamos sino? ¿En el ejército? ¿En los jubilados? Por favor.
2) Ponerse a laburar y exigir resultados
Resulta que a veces los profesores no faltan por motivos graves, muchas veces no tienen ganas de laburar. He tenido docentes que se perdieron, por abajo de la pata, más del 30% de las clases a dictar. Y capaz que me quedo corto, pero seguro muchos recuerdan a ese/a que vivía faltando. Claro, como lo antes dicho, bo, más alcohol. Pero en muchos lugares y para muchas personas el tipo al frente de la clase es un referente, una figura de autoridad y quizá lo único que se asemeje a una persona con una vida relativamente «normal». Abandonar el laburo porque «tuve que ir a hacer unos trámites» o «me fui de viaje» da un muy mal mensaje y es en definitiva una falta de respeto al alumno, que quizá en una de esas no le pagan todos los estudios papi y mami y tiene que hacer un esfuerzo tremendo para dejar el laburo a tiempo, conseguir alguien que le cuide los gurises, etc. La falta de un profesor se debe considerar algo gravísimo si no es con una excusa válida: no existe que uno pierda un curso por faltar un 10% de las clases dictadas y no existe que no se penalice a esos educadores altamente irresponsables.
Después hay otro tema, que es bastante más evidente en la educación terciaria y es lo deplorable que pueden llegar a ser los cursos dictados. Resulta que al final de un semestre siempre viene una evaluación en forma de parcial o exámen. Al menos en mi experiencia los índices de aprobación suelen ser bajísimos (he visto exámenes en donde salvaron sólo un 30% de los que se presentaron y en muchas otras evaluaciones, la mayoría, donde apenas se llega a un 50) pero salvo asambleas y reuniones en donde se debate largo y tendido lo mierda que es todo, y que es re injusto que perdieran tantos compañeros, nunca se plantea la opción de que la evaluación estaba pésimamente planteada y a contramano de lo dictado en el curso. Es muy sencillo, si salva entre un 60% y un 70%, entonces debería ser normal. Si salva entre un 40% y un 50%, bueno, a lo mejor se zarparon un tanto. Si salva menos de un 30, es que el profesor o la cátedra impartió mal los conocimientos. Y tendríamos que rajarlos del forro o al menos iniciar un sumario, o algo.
3) Vacaciones más cortas
No había nada mejor cuando terminaba el año que el hecho de poder alejarse de ese horrible lugar que estábamos todo el año para por fin disfrutar la vida buena y… nada, yo me mamaba. Pero a esta altura no ha de ser novedad para los lectores. El hecho es que las vacaciones de verano pueden resultar bastante contraproducentes. Y tiene sentido. De marzo a diciembre los gurises están en la rosca constante; y por más quesos que sean algo entra. No así en verano cuando ni de cerca tocan algo con letras que no sea el celular y ni en pedo realizan algun tipo de actividad constructiva.
La falta de práctica con algunas tareas básicas hacen que estas medio que se olviden y se pierdan semanas o meses «repasando». En realidad quizá tampoco vaya en el hecho de cortar vacaciones, sino de distribuirlas más uniformemente a lo largo del año. ¿Por qué no cortar tipo el 20 de diciembre y arrancar de nuevo en febrero? Ese mes y pico que sobra se encaja, no sé, en noviembre ponele. Si, hace calor en febrero. ¿Y? En noviembre y diciembre también, aparte nadie dice que los pibes tengan que estar encerrados en la clase; se puede armar algo afuera, o aprovechar para meter una mayor carga horaria de deportes.
4) Cambiar los programas
Ahora es cuando los leen esto pueden ir a la sección de comentarios a decirme que soy un neoliberal privatizador chilenizador de la educación, vendepatrias y violapróceres, idiotizador, tinallista y superficial. Pero la verdad es que muchos de los programas educativos tienen partes que están bien al pedo o que le sacan a lugar a cosas más importantes. Me parece recontra bonita la concepción clásica de la educación de este país integral y holística, pero estamos en un mundo bastante voraz, donde al paloma se lo comen los halcones. Me parece precioso y creo que es lo que todos tendrían que hacer, el saber sobre literatura, historia, ciencias, matemáticas avanzadas y filosofía, pero esas son cosas que uno le agarra el gusto recién de más grande. Lo que se precisa es personas que salgan educados en herramientas que les sirvan. Idiomas. Informática. Economía doméstica. Básicos del sistema financiero. Cursos de inserción al mercado laboral. Y sobre todas las cosas, ética laboral y responsabilidad ciudadana; hay mucho botija que no le hicieron entender de chico lo importante y enriquecedor que es pagarse los vicios con el sudor de la frente o que carajo hacemos cuando cada tantos años nos obligan a votar.
¿Servirá para algo todo esto? Quizá, quien sabe. Lo mismo le dijeron a JR cuando propuso un fóbal ultra defensivo con cuatro delanteros. Si, ta, le fue como el ojete. Pero que divertido que fue ¿no?
Atte.
(el) Mansa
El editor de LVDLM no hace periodismo porque necesita que un canal lo contrate para conducir el noticiero central. O movilero de la mañana, hay que comer, bo. Por contacto y contrataciones, su Facebook y su Twitter están donde siempre.
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