En Diosnoslibre acostumbramos realizar sesudos análisis acerca del transporte, o guÃas que nos ayudan a sobrellevar mejor distintas situaciones relacionadas al mismo. La Verdá De La Milanga (cuyas otras sandeces podrÃas haberleÃdo si te hacÃas amigo en Facebook o nos seguÃas en Twitter) quiere aportar su granito de arena identificando a esas personas que ya sea por impericia, vejez u otro motivo, hacen del tránsito montevideano una reverenda poronga. Por eso, la siguiente guÃa práctica relacionada a aspectos del manejo, pero sin dejar afuera a los peatones vejigas.
Aclaración: Cada item de esta lista incluye el insulto más adecuado para proferir en dirección al «especÃmen» tratado. Dado que la mayorÃa de los imbéciles del tránsito resultan ser del sexo masculino, estos insultos no resultarán «unisex» en cada ocasión. En el caso que el individuo responsable de una de estas barrabasadas sea una mujer, usted puede intercambiar el insulto sugerido por un «Pero, ¿por qué no te vas a lavar los platos?» o un simple y genérico «¡Argolluda!».
Pelotudo nº 1: El autista
Modus operandi: Al autista le importa medio carajo lo que sucede alrededor suyo. Inerme a todo tipo de señal o de ubicación espacio temporal, el autista piensa que nada de lo que pueda hacer repercute en el mundo exterior y viceversa. Es por eso que si viene en bicicleta, ni bola le da a un bondi que dobla. Si va caminando te sale de atrás de un contenedor de basura y ni se percata de que puede llegar a venir un auto en su dirección. Si se está bajando de un auto no mira por los espejos para ver si viene una moto presta a colisionar y llevarse la ventana del auto de careta permanente. Ni hablemos de señaleros, en su auto esos tienen telarañas. Si el pinta tiene que doblar, va, lo hace, y a la reverenda pija todo lo demás que viene atrás o adelante.
Insulto sugerido: «Bo, ese palito al lado del volante se llama señalero, al contrario de lo que te dijo tu vieja, no es para metertelo en el orto.»
Pelotudo nº 2: El tampón
Modus operandi: Semáforo en verde en el cruce de dos calles transitadas. Lamentablemente, la fila de autos tiene varias cuadras, asà que por más verde que esté la luz, no se puede pasar. Un ser humano normal no avanzarÃa esos tres metros, sabe que espera la vuelta de la luz y va a estar más libre para no obstruir la calle que cruza. El tampón no. Al igual que su contraparte femenina el objetivo del tampón es el de frenar el flujo. Es particularmente detestable su actitud porque sabe que está trancado y lo está viendo, pero igual, para no perder dos minutos tranca veinte veces peor todo el resto.
Insulto sugerido: «Si tanto te gusta trancar, ¿por qué no hablás con tu mujer que tiene el problema que entre las naspier tiene un tránsito de chotas rapidÃsimo?»
Pelotudo nº3: El eyaculador precoz
Modus operandi: Semáforo en rojo. De repente, cambia a verde y un milisegundo después, una bocina. No voy a prejuzgar, pero la mayorÃa de las veces es un auto con los colores de cierto cuadro de fútbol.
El eyaculador precoz no tiene tiempo para pavadas o jugueteos previos. Se salta todas las etapas y pasa directamente a la acabada sonora en forma de bocinazo. No importa que quepa la posibilidad de que la persona se haya distraÃdo un segundo. Para el simpático obrero del volante todos deberÃan dejarle la calle a ellos.
Insulto sugerido: «¿Por qué tan apurado? Dale suave que a tu mujer tovaÃa le queda media hora más de garche con el pata ‘e bolsa»
Pelotudo nº4: El farolero
Modus operandi: Las luces en un auto tienen una razón de ser bastante lógica: iluminan el camino para poder ver en donde se está transitando. Es asà que existen tres tipos; la de posición, para marcar que efectivamente allà hay un auto, las cortas que son las que se deben tener encendidas siempre y las largas, para los casos en que la oscuridad es total. Hay personas que no logran entender esta simple premisa o que son lo demasiado pelotudas como para molestarse con el cambio constante de luces. Al parecer los agobia. Cuando la luz es poca, la pupila humana se dilata para dejar pasar la mayor cantidad de luz posible. Y cuando de golpe uuna luz fuertÃsima impacta en un ojo acostumbrado a la oscuridad, este se ve cegado por un lapso de hasta segundos.
Entonces todo el tiempo van dale que te dale con los incandescentes esos pegados atrás tuyo, o bien cuando uno va caminando y la potencia de la luz marca nuestra silueta en la pared de atrás.
Insulto sugerido: «¿Por qué no te metés las luces en el orto y asà por lo menos iluminás el camino a los mineros que mandaron a sacar los restos de consoladores de tu recto?»
Atte.
(el) Mansa
El editor de LVDLM no tiene ninguno de estos problemas porque escribe desde su, casa, donde no sale nunca a no ser para comprar puchos. Avisale que hay un mundo afuera haciendote amigo en Facebook o siguiéndolo en Twitter.
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