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ERROR DE CONTINUIDAD
Parte 8: ¿Cómo harán los magnificos para salir de esta?

por Sokoban


La gente todo el tiempo mencionaba que debía dejar de fumar. Sobre lo mucho que mi hábito me hacía mal y lo molesto que era para ellos soportar el subproducto de mi adicción cuando trataban conmigo.

A todo esto simplemente les mencionaba (de la manera más diplomática posible) lo mucho que me hinchaban las pelotas sus estúpidos comentarios acerca de como debía vivir mi vida, y que lo único que evitaba que les arrancáse los ojos de su cráneo con mis manos era la nicotina contenida en el cigarrillo que sostenía en mi mano en ese momento.

Aún así conocía las estadísticas y las historias tristes de sujetos que se veían forzados a pasar el resto de sus días fumando a través de agujeros en su cuello y hablando como el robot de "Judge Dread". Siempre consideré la posibilidad de abandonar el trabajo de toda mi vida (como me gusta considerarlo) si llegaba a encontrarme con una de las señales de alerta.

En ese momento, tirado en el piso de ese almacén convertido en pajarera, tuve un momento de duda acerca de mi estilo de vida. Fue cuando bajé la vista para ver mi más reciente herida de bala y me encontré con manchas de sangre en la parte superior de mi pecho y ningún agujero de entrada del proyectil a la vista.

Tantée mi abdómen buscándolo. Donde asumí que había sido impactado encontré que mi atuendo había sido chamuscado y algunos restos metálicos se habían adherido al material. Un dolor punzante era todo el resultado de este encuentro con el más fino armamento que el mundo libre tenía para ofrecer. Mi cerebro no tenía forma de interpretar lo que había sucedido.

Luego me di cuenta, la respuesta era obvia.

Magia.


Justo en el instante en que me dispuse a incorporarme y dedicar el resto de mi vida a utilizar mi guardarropa encantado para combatir el mal y robar bancos, encontré el orígen de la plasta de sangre que había llamado mi atención en primera instancia.

Estaba tosiendo glóbulos rojos como novia de fisicoculturista adicto a los esteroides. ¿Hemorragia interna? No, yo fui boy scout y lo primero que te enseñan es a detectar ese tipo de cosas basándose únicamente en la información proveniente del chip que te insertan quirúrgicamente dentro del cráneo. En ese momento lo único que me decía el mío era que la hija de Tom Cruise y Katie Holmes tenía un 65% de probabilidad de ser la futura ama de llaves del anticristo.


Parecía que era hora de enfrentar la triste realidad. Aquella sustancia maravillosa por la que hubiese matado días atrás, ahora se volvía en mi contra (como novia de fisicoculturista luego ver "Thelma & Louise" en Gran Lunes). Era eso o considerar la posibilidad que uno de los efectos secundarios de utilizar ropa a prueba de balas era vomitar mi propia sangre.


Afortunadamente esto solo duró un breve instante. Gracias a que, la serie de sucesos de los que fui testigo a continuación me recordaron que dios no juega a los dados con el Universo, juega a la ruleta rusa.



La primera víctima del monstruo de crema de afeitar fue la columna de donde había surgido. Fue como si hubiese decidido por motus propio tirarse a tomar una siesta sobre una de las furgonetas. Rompió con su estado de verticalidad casi en su base, entregando prácticamente la totalidad de su masa en manos de la gravedad. Lenta pero seguramente aceleró su descenso como un gran arbol petrificado aterrizando sobre un castor realmente grande y hecho de metal y calcomanías de los 80'.

Uno de los 8 magníficos volteó su cabeza y gritó algo que no pude distinguir muy bien, pero asumí que era un buen equivalente de "¡Fuera Abajo!". Los demás, en un esfuerzo unificado propio de un grupo paramilitar bien entrenado, ensuciaron su ropa interior al unísono y corrieron por sus vidas. Aparentemente personas dentro de la camioneta en cuestión se limitaron a ensuciarse y rezarle al dios de los conductores designados por un milagro.

En un parpadeo el pilar de concreto convirtió su energía potencial en energía cinética y en un instante más convirtió los rezos de los pobres infelices dentro del medio de transporte del punto de impacto en una realidad completamente absurda.


Una enorme nube de polvo se levantó e invadió el campo visual de los presentes. Por un breve momento todos supimos lo que siente Stevie Wonder cada vez que va al cine. Una brisa aclaró el panorama solo para confundirnos un poco más. Por un breve momento entendimos la frustración que experimenta el coyote cada vez que se enfrenta al correcaminos y descubre que las leyes de la física se tomaron el día libre.

En lugar de ver una camioneta convertida en acordeón por una columna de hormigón armado, vimos una camioneta General Motors serie-G en perfecto estado bajo varias capas de concreto pulverizado. Toda la estructura parecía haber estado construida con esas hojuelas deshidratadas que vienen dentro de los paquetes de puré que compran las personas que no tienen suficiente tiempo libre en sus ajetreadas agendas para preparar comida de verdad.

A medida que el aire comenzó a fluir con más fuerza por el lugar, las malditas cosas empezaron a levantar vuelo. Seguí el trayecto de una de ellas hasta que aterrizó a un par de pasos a mi izquierda y fue en ese momento que me di cuenta que todo el sitio estaba cubierto con objetos similares a este. Era difícil darse cuenta de este detalle una vez que los fragmentos individuales tocaban el suelo y se diluían entre sí en el piso.



Disfruté de la escena frente a mi por un rato más. No era el único, los ocupantes de la camioneta bajaron del vehículo para darle gracias al Universo por esta inesperada muestra de misericordia. Comenzaron a bailar y a gritar como quinceañeras en su primer viaje de ácido. Sus compañeros los observaban incrédulos. El grupo entero volvió a mostrar una muestra de coordinación envidiable al emitir una carcajada al unísono. Todos eran felices. Incluso yo, porque sabía que estos eran los últimos momentos de estos miserables.


Uno de ellos vió mi estúpida sonrisa. Sonrió en mi dirección él también, mientras levantaba su arma y me apuntaba. De alguna manera presentí que esta vez apuntaría mi cabeza. Volvió a ajustar su expresión y se las arregló para parecer aún más sádico. Un sonido ahogado inundó el ambiente por una fracción de segundo. Su pecho explotó y su expresión de idiota autosatisfecho desapareció al igual que el 60% de sus órganos internos.

Como si un interruptor emocional hubiese sido accionado, los rostros de los valientes sujetos armados se tornaron pálidos y horrorizados. Un par de ellos adquirieron un poco más de color luego de haber sido bañados con la sangre y entrañas de su compañero. Estos, los más cercanos, corrieron en dirección de lo que quedaba de su colega. ¿Qué pensaban lograr? Personalmente creo que buscaban su reloj y objetos valiosos.


Una vez más el sonido. Una vez más una piñata humana era reventada. Esta vez creí saber de donde provenía éste, aunque aún no podía precisar la locación exacta del tirador. Me concentré en tratar de arrastrarme de espaldas lo más rápido posible hacia Matalobos y el refugio de Ferris. Donde podría guarecerme o cuando menos utilizarlos como escudos humanos.


Los ocho hombres que quedaban en pie abrieron fuego. Habiendo decidido que el sonido que presagiaba las explosiones espontáneas de torsos povenía de algún lugar dentro de la nube de polvo, en esa dirección dirigieron su poder de fuego. En ese instante dirigí mi atención a la segunda camioneta que aparentemente no había hecho gran cosa en todo esto. Su motor cobró vida y el individuo detrás de el volante aparentemente llegó a la conlusión que no le pagaban lo suficiente como para soportar esta basura y que un cambio de dirección en su carrera era necesario.

La camioneta emprendió una cautelosa retirada y se dirigió camino hacia la entrada a través de la nube de polvo, que si me hubiesen preguntado a mi en ese momento les hubiese dicho que la cantidad de tiempo que esa aglomeración de partículas en el aire permaneció allí fue ridículo. Claro que cuando el vehículo desapareció dentro de ella, y no volvimos a escuchar un sonido generado por su motor o su desplazamiento por el tortuoso trayecto entre nuestra posición y la salida; todo resultó mucho más claro.

La nube resultado de la caída de la columna no había ocultado a la criatura de crema de afeitar, la nube ERA la espuma asesina. Ahora era cuanto menos 12 veces más extensa y estaba cubierta de los restos de su antiguo refugio de concreto. Lo cual no era extraño ya que todas las personas en el lugar nos encontrabamos cubiertos en buena medida por una fina capa de polvo gris.





El ruido de armas escupiendo plomo frenéticamente era solamente interrumpido brevemente por el mismo sonido una y otra vez. Uno a uno caían los cuerpos. Nada podía hacerse. No había lugar donde refugiarse. Nos encontrabamos en el centro del lugar y no quedaba nada en pie para servir de cobertura. Ni siquiera la camioneta semienterrada bajo la ex-columna había servido de nada, como lo experimentaron 2 sujetos que pasaron a mejor vida casi al unísono. Cuando la criatura decidió en ese momento demostrar que podía moverse, y en un par de explosiones expandió su cuerpo hasta absorver por completo a los bastardos.

Entretanto mi plan de arrastrarme hasta lo que consideré mi mejor oportunidad de mantener mis órganos internos en ese estado estaba a punto de dar sus frutos. Estando casi sobre la entrada del refugio anti-monstruos-de-espuma noté que solo quedábamos 2 personas para enfrentar a la bestia devoradora de furgonetas clásicas. Yo y un sujeto realmente decidido a eliminar la amenaza que representaba la nube de polvo. Ahora se concentraba en alimentarla con granadas de alto impacto, estas entraban sin hacer el mínimo sonido dentro de la entidad y se quedaban ahí sin hacer absolutamente nada que pudiesemos percibir. Mi teoría era que eran convencidas de alguna manera de volverse pacifístas y estas se negaban a estallar.


Fue luego de quedarse sin municiones o cosas para arrojar dentro de nuestro atacante que este sujeto se fijó en mi y en lo que estaba haciendo. Más claramente en hacia donde me estaba dirigiendo con tanta prisa. Vió el agujero. Cansado de una rutina de arroja objetos un tanto monótona decidió que unas vacaciones dentro de un lugar donde era menos pobable que su pecho estallase sin razón aparente, era una buena idea.

Desesperadamente hice un último esfuerzo. Con todas mis fuerzas me di vuelta y salté hacia mi última esperanza. Caí sobre mi rostro reactivando el dolor en mi abdomen provocado hacía momentos atrás. Podía escuchar los pasos del último de los magníficos acercándose con la rapidez de un sujeto que no ha pasado los últimos 10 años respirando más humo de cigarro que oxígeno. Y en ese momento de absoluta y humillante derrota el sonido que mataba hizo su gran reaparición. Cerré los ojos.

Gotas de sangre y parte de un pulmón extremadamente saludable caen sobre mi. La ironía. Me levanté, corrí como un maniático y finalmente me deslizé dentro de un agujero un tanto sobrepoblado para mi gusto.


Matalobos y Buller se encontraban adentro abrazándose tiernamente...


Un monstruo de crema de afeitar sucia estaba a metros de distancia listo para cobrar su próxima víctima...


Los magníficos estaban muertos...




Encendí un cigarrillo.

 

Parte 9: 2 GUYS, A GIRL, & A HOLE IN THE GROUND





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