ERROR DE CONTINUIDAD
Parte 4: We Be Jammin'
por Sokoban
"Erase una vez en Kingston. Un joven vendedor de enciclopedias "Larúz" vivía idílicamente con su esposa rastafari, sus 3 hijos rastafari, su tío abuelo rastafari y su perro caniche.
Vivía en la parte más rastafari del pueblo donde vendía tomo tras tomo de una versión de segunda mano de la conocida colección de libros a sus vecinos y amigos.
Su profesión le daba cierto orgullo, debido a que era su creencia que día a día aportaba su granito de arena para ilustrar a sus hermanos y hermanas kingstonianos.
El sueldo no era grandioso, pero era suficiente como para llevar pan, ron, marihuana y discos de Marley a la mesa familiar.
La vida era buena para Ziggy y su clan.
Desgraciadamente todas las cosas buenas tienen que llegar a su fin.
Fue un caluroso día de verano en que Ziggy se encontraba en su garaje encerando su tradicional trineo de bobsled cuando todo sucedió.
Un grito desgarrador se hizo presente por sobre el disco de "Yellow Man" que Ziggy tenía sonando a todo volumen mientras comenzaba a aplicar una segunda capa de cera a su gran trineo de forma fálica.
Con toda la agilidad que sus reflejos afectados por los vapores de su cigarro verde y maloliente le permitían, Ziggy salió al encuentro del propietario de esas cuerdas vocales.
Desafortunadamente cuando llegó al punto donde estimó el alarido se había originado, las cuerdas vocales y su propietario habían decidido separarse debido a la existencia de ciertas diferencias irreconciliables.
La propietaria era su esposa, y el hecho desencadenante de la antes mencionada separación era un machete oxidado blandido por un cliente insatisfecho.
El aficionado a la cirugía casera no era nada menos que Damian, uno de los más fieles consumidores de enciclopedias a los que Ziggy abastecía mensualmente con un tomo diferente de su colección.
Hay una muy buena razón para comprar libros de texto con cierto aval académico. Esa es, que se cuida mucho que el contenido de cada obra cumpla con ciertos estándares de veracidad o de una mínima coherencia.
Ninguna de estas dos cosas se encontraban en ninguno de los tomos de la colección de enciclopedias Larúz. Es más, en el poco recomendable diccionario de la misma editorial, ninguna de estas 2 palabras pueden encontrarse.
La principal razón por la cual una editorial de tan lastimosa reputación seguía en el negocio era principalmente por su decisión de lanzar todos y cada uno de sus libros en versión pop-up.
Claro que, divertidas figuras de cartón a veces no son suficiente como para compensar errores de contenido un tanto groseros.
Damian había tropezado con uno de esos errores.
Este error en particular afectaba una fórmula química utilizada para construir explosivos caseros.
Damian ingenuamente trató de volar su liceo con uno de estos dispositivos y había fracasado miserablemente en el intento.
Luego de ensamblar el aparato y llevarlo a su aula habitual con intenciones de hacer volar por el cielo la misma, había comenzado su monólogo final de despedida previo a la detonación.
En este discurso de descargo habría tocado un par de puntos que lo molestaban acerca de su vida, sin mencionar un grupo de puntos mucho mayor que lo molestaban acerca de la existencia de todos los demás dentro de ese lugar.
Al terminar su pequeño discurso totalmente gay y al grito de "Es todo culpa tuya papá, ¿Por qué no me amaste?", Damian presionó un botón en el control que sostenía en su mano.
Acto seguido todos los presenten se cagaron de la risa.
La bomba no solo había fallado sino que había fallado aparatosamente.
Lo único que apretar el pequeño botón rojo había causado era una liberación modesta de vapor color algodón de dulce, y la emisión de un sonido que solo puede ser caracterizado como el flato de una anciana moribunda.
Damian fue humillado más allá de lo imaginable, y lo que habría sido un momento de retribución, se convirtió rápidamente en la "fiesta de salida del closet" con mejores efectos especiales desde la de Elton John.
Damian juró venganza contra el responsable de esta desgracia.
Éste último, ante sus ojos, era el hijo de puta que le había vendido ese tomo en particular de la enciclopedia argumentando que "8 de cada 10 terroristas sacaron sus mejores ideas de ese libro".
Cosa que es perfectamente evidente, dado el porcentaje de éxito del terrorista amateur promedio.
El día de retribución había llegado para Damian, y sus herramientas no serían otras que sus confiables machetes.
Damian los conocía muy bien ya que desde el fatídico día de la flatulencia rosa, él se encontraba habitando los frondosos bosques de Kingston en la periferia de la ciudad.
Sus recientemente descuartizadas víctimas llacían a sus pies y su enemigo jurado lo miraba con desconcierto e ira.
Damian no desperdició un segundo. De un solo golpe certero, cercenó la mano derecha de Ziggy.
Ziggy gritó de dolor e intentó escapar por la puerta por donde había entrado a la habitación redecorada con las entrañas de sus seres queridos.
Damian corrió tras su presa con la agilidad de un hombre que ha sido humillado públicamente. Su venganza estaba a pasos de ser concretada. Su cruzada de un solo hombre contra el vendedor de enciclopedias estaba a punto de llegar a su fin.
En ese momento dios decidió que era hora de demostrar que la pluma era más poderosa que la espada.
O más bien que la enciclopedia tirada en el piso es más efectiva que el machete oxidado.
Damian cayó. Su machete lo hirió. Ziggy corrió. Y dios rió como un desalmado.
Ziggy nunca volvió a su casa. En su lugar se mudó a los bosques de Kingston donde vivió como un hermitaño planeando su venganza contra el mundo.
Su primer tarea fue achicar la lista de candidatos de su venganza, ya que el mundo aparentemente era demasiado para él ahora que se había vuelto zurdo en contra de su voluntad.
Eligió a la distribuidora de enciclopedias, que según él, era la única responsable de su desgracia.
La lógica en Jamaica funciona de una manera un tanto diferente al resto del mundo. ¿Me pregunto a qué se deberá eso?
En todo caso, Ziggy comenzó una batalla de un solo hombre contra la empresa distribuidora para la que él solía laburar.
Por alguna razón reemplazó su mano derecha con una Taurus Model 66 Silhouette (para ustedes señoritas eso es un arma de fuego) y salió a volar cabezas de distribuidores de libros a diestra y siniestra.
En solo una semana su cruzada de la violencia dudosamente justificada había terminado. Dejándo solamente a los familiares de los fallecidos para guardar luto por la industria de la enciclopedia Jamaiquina.
Estos últimos eventualmente se fugaron a los bosques y formaron una pequeña organización paramilitar dedicada a la erradicación de todos los amputados del país, debido a que los consideraron como únicos responsables de todo esto.
Pero eso es otra historia.
Ziggy escapó de su tierra natal de Kingston y decidió comenzar a vagar por el mundo en busca de una nueva razón para vivir.
Eventualmente sus viajes hicieron que cruzaramos caminos y desde entonces ha sido como mi sombra. Si es que mi sombra fuera un hombre afroamericano amputado con más rastas que cuerpo y un aparato ortopédico más que original.
Y esa, en conclusión, es la historia de 'Ziggy el jamaiquino enagenado que me sigue a todos lados'."
"Pensé que ustedes 2 nunca habían hablado." Dijo Mariana.
"Eso es correcto."
"Entonces ¿Cómo sabés todo esto?"
"Bueno, en realidad es mi mejor especulación acerca de la identidad de mi acechador. En mi opinión es terriblemente convincente."
"Dudo que ese sea el punto."
"¿Cuál es el punto entonces?"
Mariana suspiró de la manera en que las personas que ya se cansaron de tratar de obtener una respuesta directa lo hacen.
Agachó su cabeza y trató una vez más de zafarse de las esposas en sus muñecas. Una vez más, fracasó en el intento.
Habían pasado ya cerca de 30 minutos desde que Ziggy nos pidió encarecidamente que lo acompañaramos en un viaje de excursión con él.
Supongo que por su falta de confianza en su forma de manejo, nos hizo viajar dentro del compartimento de carga de su camioneta. Aunque el tema de esposar nuestras manos contra las paredes del interior de la camioneta era algo un poco más confuso.
Mariana y yo estabamos sentados sobre el piso, uno frente al otro. En la última media hora la había visto repetir ese ejercicio por lo menos 12 veces. En mi opinión se estaba volviendo un poco monótono el jueguito.
Decidí que necesitaba nicotina. Afortunadamente Ziggy nos había dejado nuestras cosas con nosotros, incluyendo el paquete misterioso de cigarros que había encontrado esta mañana.
Encendí uno y todos los problemas del mundo desaparecieron en una nube de material cancerígeno.
Una vez que la nube se dispersó pude ver el rostro de mi acompañante y su mirada congelada en mi.
Le ofrecí un cigarrillo.
"¡¿Qué carajo?!" , exclamó ella.
"No me digas que me vas a empezar a hinchar las pelotas con el verso del fumador pasivo."
"¡Pedazo de idiota! ¿Cómo mierda hiciste para soltarte?"
"Te dije que Ziggy y yo tenemos una larga historia juntos. Él hace este tipo de cosas todo el tiempo, siempre cargo una llave maestra conmigo para este tipo de situaciones. Es cuestión de sentido común nada más."
"Soltáme de una vez pelotudo, así puedo cagarte a patadas por haberme dejado hacerme mierda las muñecas tratándo de escapar."
"Si lo ponés de esa manera..."
"¡Dale! Pedazo de lame-escrotos, el tiempo está corriendo. Ferris Bueller nos espera en la bahía."
"...Creo que es hora de que me respondas un par de preguntas, ... ¿Ferris Bueller?"
Parte 5: Save Ferris |