FURIA EN EL SEMAFORO
por Frutillaitor
Disclaimer: El contenido de este artículo es ofensivo en todos los aspectos, si no contáis con el aguante suficiente mándate ya para acá
Contenido: Fascismo, odio en general, escenas gratuitas de violencia, sexo explícito, alto nivel de machismo, alcoholismo crónico y un Vikingo.
Sí te parece que podés con esto seguí leyendo. No contiene conservantes ni aditivos. Bajo en calorías.
Además es todo joda, si te quemás sos un salame.
Estando advertido, avanti:
Me dirigía a mi hogar en mi poderoso carro(¿?), tranquilo, buen clima, se me rompió el cassette-pasa-a-mp3 pero no importa, en la radio escucho mi programa preferido dónde la justicia nunca se acaba. Nada me lo puede arruinar.
Semáforo en Rojo.
Me detengo como lo haría todo buen conductor, antes de las dos franjas blancas al final de la calle.
-Te lavamos el vidrio valor?
A lo que respondo:
-No gracias, no tengo un peso.
-No importa amistá(d), lo hacemó(s) de corazón!.
Cómo no me gusta deberle nada a nadie y como comprendo que su situación es complicada o al menos desafortunada comparada con la mía, comienzo a tantear mis bolsillos con una frecuencia compulsiva.
Pelusa y nada: -“Pá vas a tener que disculparme, no tengo nada, pero paso por acá todos los días...”
Tonto de mí...
El “tipo” observa mi preocupación y me dice: “no importa fiera, un billete, los billetes nos sirven también”
Eso me molestó.
Yo trabajé, conozco lo que es ganarse su propio dinero y el valor que este tiene para el trabajador. También se que sí no terminaste bachillerato tu hora de trabajo vale cerca de los 15 pesos uruguayos* ( 24 pesos uruguayos = 1 dólar americano*) que equivale a un peso menos que el transporte público urbano y a la mitad(apróx) de un litro de nafta.
Y no hablemos del costo del valor de la hora de trabajo de alguien que no completo ciclo básico...sería como la mitad o sea unos 7 u 8 pesos*.
También se que no hay billetes de 1 peso, pues el de menor valor es el de 5 pesos, 10, 20, 50, 100, 200, 500, 1000, 2000.
Entonces el “tipo” me está pidiendo que le pague con un billete (de cualquier valor, pero nadie da esa guita) cuya suma equivalente al de 5 pesos, pero según mis cálculos su hora de trabajo vale como 7 pesos, es decir quiere que le pague por limpiarme un vidrio en menos de lo que un semáforo cambia de color o sea un minuto, lo que debería pagarle por haber trabajado casi 40 minutos...Las cuentas no me daban.
Ni que hablar que en una hora hacen más dinero que el trabajador honesto que aporta al estado parte de su sueldo, lo que significa que gracias al esfuerzo de este honesto trabajador el estado puede seguir funcionando.
Siendo un poco más objetivo en mis intereses, a mi me cuesta más mantener al poderoso FIAT andando que este tipo viviendo.
Seguro, patente de rodado, asistencia en el camino, permiso de circulación. Esos son costos trimestrales o anuales dependiendo...pero ahí ya se van más de 3000 pesos.
Combustible, mantenimiento...dinero por arriba de los 4000, no gasto todos los meses ese dinero, el mantenimiento se hace cada cierta cantidad de kilómetros pero se me van 1000 pesos de nafta fijo por mes y eso es económico cuando se habla de autos...
Entonces este “tipo” me limpia el vidrio contra mi voluntad, pues yo de plano me negué a “comprar” su servicio, y encima pretende que le pague más de lo que realmente vale...con simple matemática resolvemos ese problema:
7 pesos uruguayos_____60 minutos
“x” pesos uruguayos____1 minuto
“x”= 0,11666666666666666666666666666 667 pesos.
¡Por el Cuervo de Odín! o sea que este tipo realmente esta ganando más de lo que vale su hora y todavía te piden siempre, y a veces “de pesado”.
Para el final del cálculo yo ya estaba furioso y el tráfico se estaba movilizando, no le pagué por sus honorarios y en vez de seguir por mi camino, decidí tomar el retorno, lo que eventualmente me llevaría a encontrarme con este sujeto nuevamente.
Como el sistema cardíaco de un gordo de 60 años, el semáforo se detuvo nuevamente.
Observé como el gusano ofrecía sus sobrevaluados servicios tal cuál prostituta baqueteada entre los autos, no me vió al principio, pero en cuanto se internó más y más entre los otros vehículos me reconoció.
Lo vi venir con cara de “oh realmente me vas a regalar tu dinero por ninguna razón aparente”, le sonreí, no quería que se alejara. Saqué unas monedas valor total 5 pesos y como el perro de Pavlov, el bastardo empezó a babear.
Sostenía las monedas con la izquierda mientras que con mi mano derecha buscaba en mi guantera o compartimiento de guantes, mi hacha.
Al llegar a los 5 metros de distancia entraba en mi zona letal total, algo así como Jet-Li en Héroe, decidí actuar.
Abrí la puerta de mi sedán dos-puertas y me pare de frente a él con el hacha en mi hombro. Con mi mano libre lo señalaba.
El “plancha” como le decimos en Uruguay me miró y comprendió exactamente lo que yo quería: justicia, retribución...venganza.
En ese momento lo que me pareció una horda de gorros(símbolo principal del plancha) me rodearon como los tiburones hacen cuando huelen sangre. Con mis ojos conté 50, en mi corazón sabía que no iba a ser suficiente.
Apagué mi auto, cerré la ventanilla y le puse la alarma, no vaya a ser que todavía mientras resuelvo este trámite me roben el auto...
Al parecer el sujeto al que yo reclamaba retribución era el líder de estos despojos lo que causo que se quedará en el fondo observando, tal cuál malo de power rangers, mientras enviaba a sus esbirros descartables a una muerte más que segura.
Los primeros cinco fueron fáciles, sus cabezas fueron a parar a los parabrisas de los demás autos de un sólo de mis movimientos. Sus cuerpos se quedaron parados cómo si no supieran que estaban muertos.
Los otros conductores se impacientaron, para demostrar que no me importaba y que iba en serio arrojé el cuerpo de unos de los esbirros hacia los autos, en pedazos.
Mi hacha y yo ya estábamos cubiertos de sangre marrón y apestosa ya había librado la sociedad de más o menos unos 30 de estos tipos. Los veinte restantes probarían ser un reto más divertido.
Comenzaron a sacar navajas, de esas que son pequeñas y que indican que su pene es del mismo tamaño.
Siete de ellos se me abalanzaron desde lo alto de un camión, como ninjas de una mala película de artes marciales y me atacaron por la espalda. Con un swing digno de un beisbolista, gire sobre mi pierna buena (ambas) y los golpee por el lado derecho del primero y salí por la cabeza del último, siempre tuve problemas con seguir las líneas rectas...
Mientras disfrutaba de mi obra de arte, sentí como ocho de ellos me clavaban sus navajitas en mi espalda, claro ahora puedo decir que los sentí, en ese momento sólo sentía cosquillas molestas, hasta que me di cuenta que me habían arruinado mi piel de oso favorita.
Con un movimiento diagonal ascendente hacia la izquierda corte a tres de ellos a la mitad, sus mitades se revolvían como Michael Ironside en Starship Troopers que lo come un bicho desde la tierra. Como no me importaba y ya la vodka que venía tomando ya la había metabolizado, orine sobre sus cuerpos todavía vivos, el que recibió el primer rocío murió ahogado.
Los cinco que quedaban se unieron a los otros cinco que quedaban sin morir(sin contar al boss) y formaron una masa amorfa de seis metros de plancha. Parecía una pesadilla de un diseñador de Nike.
Me reí y le grité:” JÁ, yo cago cosas más altas que ustedes”.
Lo hice enojar. Para lograr un mayor drama dejé que me diera el primer golpe, así se sentiría más confiado y cuando inexorablemente lo envíe al tártaro se sentirá doblemente derrotado. Su golpe sólo me envío volando unos seis metros en el aire y unos 12 metros horizontales, por suerte caí sobre una van llena de niños que amortiguo mi caída, lamentablemente la van no se salvó, era linda y azul.
Mientras me reincorporaba vi que un desde auto lleno de hembras de no más de 25 años me arrojaban ropa interior con sus números de teléfono escrito adentro. Eran todas muy bonitas pero yo ya tengo novia y además parecían ser chetas.
Con toda esa distracción olvidé que no tenía mi hacha, eso explicaría la hilera de autos y transeúntes que estaba partida en dos. Después de reclamarles de haber usado mi hacha a los que quedaron vivos de ese incidente, me di cuenta que el Planchón me tenía sujeto de mi cabeza. Maldije por no haber traído mi casco de guerra en vez de mi casco fiestero, que consiste de un casco metálico alemán de la WWII con slots para vodka.
De repente recordé una escena de “The Quest for The Holy Grail” de Monty Python, la que aparecen los monjes y se pegan con una tabla en la cabeza como mantra, entonces tomé el auto de frente a mí, que resultaba ser el chetomóvil y empecé a golpearlo tal mantra monástico en la cabeza del Mega-plancha...
No me detuve hasta que me di cuenta que las ocupantes del vehículo se habían vuelto una papilla de hembra y fluido vaginal, por suerte para mí el mega-plancha me había soltado y se encontraba atontado en el suelo, lo que me llevó a la retribución.
Salté sobre su pecho y comencé a golpearlo con mis nudillos picudos, le propine al menos unos siete golpes antes de que con un revés de mano me hiciera saltar al suelo. Lamentablemente aterrice sobre la cabeza de un hombre que estaba buscando su lente de contacto.
Nueve meses más tarde nacería un hijo sin padre de la esposa de ese hombre, yo en un acto de piedad envíe una nota a la nueva madre, explicando que su esposo siempre será recordado porque aún sigo sacando pedazos de su cráneo de mis botas, tengo sentimientos, se los mandé en un frasquito de requesón.
El mega plancha ,más enojado que antes, parecía estar aspirando aire, cómo Kirby el gordo comilón de nintendo, cuando su cavidad toráxica se lleno de aire, expulso un vaho violeta que olía a vino tinto lija y algún embutido barato, que hizo que se derritieran un par de autos y sus dueños, afortunadamente el FIAT estaba lejos...
Aprovechando la pantalla olorosa llamé a mi hacha que hasta ahora me había ignorado porque estaba matando, un vez en mis manos cargué contra el coloso de clase baja y le corte una pierna de un solo movimiento de caderas y brazos combinados.
El gigante cayó revuelto en su porquería y gritando de dolor. Al ver tal escena me di cuenta de que no merecía la muerte por mis manos, así que enterré mi hacha en el suelo y me acerqué hacia sus despojos todavía vivos.
Lo tomé de la pierna que aún poseía y empecé a girar sobre mí mismo, aplicando los principios de la fuerza centrípeta, logré alcanzar la aceleración constante como para arrojarlo hasta el monumento más cercano que resultaba ser la cruz dónde el Papa Juan Pablo II dio una vez misa o algo así...
Esa cruz para los que no saben debe medir como unos 15 metros de alto y los brazos que la cruzan deben medir cómo 3 metros cada brazo. La mole de vino de caja quedó clavado en el brazo principal(es decir el vertical), luego de unos gritos de dolor la cosa dejó de moverse hasta que explotó en una lluvia de gorros nike que caían en llamas.
Fue hermoso.
Me limpié la porquería del cuerpo con el capó de un auto que tenía a la mano y comencé a caminar hacia el “Plancha Jefe”.
En sus ojos vi la “pesada” eso de no te tengo miedo, intentó con la pesada, lo que el plancha no sabía es que yo, no creo en la pesada.
Para mi asombro sacó una pequeña caja con forma de poliedro rectangular y empezó a beber de ella, mientras tanto ponía en un “pasa-cassete” una temible cumbia.
“Chik, chiki-chik, chiki-chik…”
Ese sonido bien podría haber significado mi muerte, pero no estaría contando esta historia, lo que les permite deducir a ustedes que salí vivo de esa...
“É, pelao y ahora ke pasó? No tené aguante!
El infeliz me decía eso mientras yo me arrastraba hacia cualquier lado menos ahí, con la cumbia y el plancha. Miserablemente me arrastré mientras me pateaba las costillas y la cabeza, había recorrido ya unos nueve metros y mi hacha parecía estar lejos como el chuy.
Pedí ayuda al señor de la guerra y por amor a Odín que respondió! Sentí en mi bolsillo, como si se me hubiera caído vodka en el ojo, las monedas valor total cinco pesos!.
Se las arrojé a la cara y sentí como las monedas lo golpeaban y caían al suelo haciendo ese sonido que hace que todos miren al suelo con anhelo en búsqueda de fortuna gratis.
El plancha descuido el “pasa-cassette” y logré patearlo lo suficientemente lejos para que las ondas sonoras no llegaran a mis oídos.
Aún sin mi hacha y adolorido por tal humillación, busque el arma más apropiada, mi búsqueda por hachas y escopetas fue un fracaso, tendría que improvisar con lo que tenía a la mano...
A esas alturas estaba rodeado por un grupo de gente de varias clases y tipos.
Un joven común y corriente me dijo: “que harás ahora? Eh? De quién vas a abusar?” con tono sobrador, lo ignoré completamente porque el Plancha había terminado de juntar las monedas, había desperdiciado tiempo precioso buscando hachas y describiendo la escena.
En el suelo luchamos ferozmente, el tenía sus sucios dedos en mis aparatos ópticos lo que presentaba toda una molestia para mí, obviamente aún estaba débil. En un momento de iluminación tomé algo y lo golpeé. El plancha salió de costado hacia la puerta de un auto no muy lejos, en unos pocos pasos cubrí la distancia. Seguí golpeándolo con el objeto hasta que el suelo estaba cubierto de porquería marrón y sangre.
Entonces recordé que los planchas no sangran sino que tienen porquería color marrón en las venas. Miré las caras horrorizadas del público y miré hacia mi mano derecha...
Encontré de dónde venía la sangre, era una vieja...bueno era cómo la mitad de la vieja y por lo que pude ver entendí que era judía, fue extraño, no me sentía ni alterado ni nada, más bien sino como completo, debe ser porque nunca vi como reventaba una vieja y judía encima, en hollywood sólo mueren negros, latinos, chinos y terroristas. Me había sacado una duda de encima.
Llame a mi hacha, levante mis monedas excepto una y con un golpe certero corte precisamente 0,11666666666666666666666666666 667 parte de la moneda, levanté el resto y el pequeño metal y se lo arrojé en su cara sin vida.
“Esto es lo que vales para mí, vivo o muerto”.
Luego busque al tonto que me había faltado el respeto, le arranqué sus inútiles genitales y se los hice tragar, mientras yo tarareaba el himno nacional, eso no lo mató porque sus genitales eran pequeños, así que tuve que asistirlo de la forma tradicional, le arranque la espina dorsal por la base de su estómago y lo golpeé con ella hasta que dejó de convulsionar. Sucio hippie.
Luego me dirigí hacia el poniente, satisfecho de mis hazañas y obvia masculinidad.
*Con suerte.
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