ERROR DE CONTINUIDAD
Parte 14:
LA NECESIDAD DE UN CAMBIO
por Sokoban
Leonor, ¿Aceptarías ser mi esposa?
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Matalobos y yo cruzamos nuestras miradas. Por el espejo retrovisor derecho veía como el humo se acercaba. Por la forma en que ella miraba de reojo la parte trasera del vehículo sabía que Buller tenía su arma apuntando a mi cabeza. Por el modo en que el día estaba transcurriendo apostaba que esta no era una simple broma con armas de fuego para distender la tensión.
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Oh, Emil ¿Hablas en serio?
Jamás he hablado tan en serio en toda mi vida Leonor.
Vamos ¿Qué me dices?
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Me pregunto que haría Relámpago Negro en esta situación.
¿Morir?
Antes de eso.
¿Rezar?
¡Jamás! El utilizaría su siempre conveniente llave maestra multipropósito.
¿Qué llave maestra?
La que guarda en su supergenial cinturón de herramientas.
Creo que estás pensando en Bat…-
¡A callar!
Antes de que la zorra continuase diciendo estupideces, extraje de mi bolsillo mi propia llave maestra conectada a un llavero de plástico con la forma del salón de la justicia.
La deslicé dentro del tambor del encendido a un lado de la columna de dirección hasta sentí que hizo tope.
¡Ja já! Relámpago Negro, lo has hecho otra vez.
Giré enérgicamente la llave en sentido horario.
• 46,8% de la llave quedó en mi mano derecha
• 52,7% quedó insertada en la ranura del tambor
• 0,5% quedó convertido en astillas metálicas que fueron a parar al piso de la camioneta en el instante que los 2 pedazos principales dieron por terminada su antigua sociedad
Todo esto sucedió acompañado por un especialmente poco prometedor “clack”. La llave había fracasado miserablemente en girar siquiera 1 grado en la rotación. El motor nunca antes había sonado tan apagado como en ese momento. Buller disparó.
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¡Ouch!
¿Te estoy lastimando?
No, tan solo que cuando te abalanzaste sobre mí aterricé sobre mis llaves.
Lo siento. Los hombres que no le temen al compromiso me vuelven loca.
Aguanta un segundo que las saco de mi bolsillo trasero.
¿No preferirías que hiciéramos esto en la cama?
No, hoy es un día especial. Tengo ganas de hacer algo diferente.
¿Nunca hiciste el amor sobre un radiador? Te creía un hombre de mundo Emil.
Recuerda que soy originario de República Dominicana. Ahí cualquier forma de aparato calefactor es material de leyendas.
¿Es ese un llavero nuevo?
Si, me lo dieron en la empresa. A la camioneta se le descompuso el arranque. Ahora solo puedo usar el encendido electrónico que viene incorporado con éste simpático llavero.
¿No temes que hayamos encendido la camioneta accidentalmente?
No particularmente. Verás, mi dulce flor de cerezo, si yo no me encuentro dentro del auto para presionar un botón debajo del tablero de instrumentos en menos de 8 segundos luego de encendido, el flujo de combustible se cortará de manera automática.
Eres tan sexy cuando hablas de esa manera tan técnica. ¡Hazme tuya hombre-de-ciencia!
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Exactamente 8 segundos habían pasado desde que Ferris había abierto fuego. Mi cabeza aún zumbaba por el golpe que había recibido al impactar contra la ventanilla del lado del conductor.
Mariana me había empujado fuera de la trayectoria del proyectil a tiempo con un empujón tan condenadamente brusco que me pregunté si había alguna forma de hostilidad reprimida detrás de todo eso.
Esto por supuesto no hubiera servido de nada si Ferris no se hubiera detenido luego del primer disparo. La razón de su repentino re-encuentro con su Mahatma Gandhi interno fue el igualmente súbito incremento en la actividad del motor de la camioneta al instánte en que ésta recibió el impacto de bala que me correspondía, dejándolo estupefacto de la incomprensión.
Ese Mussolini si que hizo maravillas por la industria del automóvil en Italia. Vehículos que funcionan a base de disparos, que visionario.
La bala había quedado alojada en el corazón de un aparato electrónico que más tarde descubriría era parte esencial del sistema antirrobo de la camioneta. No escucharía la historia de Leonor y Emil hasta unas horas más tarde cuando un canal de noticias entrevistase al miembro sobreviviente de la pareja luego de que el motel donde se encontraban fuera otra víctima del incendio.
¡Arranca demonios!
Pisé el embrague a fondo y con mi mano derecha busqué la primera marcha.
Doce veces hice el intento y doce veces fracasé en encontrar dicho cambio. La décimo tercera vez fue la afortunada y accidentalmente di con la combinación correcta. Teniendo la marcha en su lugar comencé a alimentar con combustible al motor.
Pude escuchar como los asquerosamente gastados dientes de los engranes de la caja de cambio agonizaban ante la transferencia de potencia. Mediante violentos sacudones avanzábamos calle arriba alejándonos finalmente del humo y las llamas con la velocidad de una mula ebria.
Jamás había sentido tanto malestar dentro de un vehículo de transporte, con excepción de aquella vez que traté de viajar como polizonte en una balsa que transportaba desechos sólidos y leprosos por en medio del Triángulo del Dragón (como el de las Bermudas solo que en el Pacífico y como 5 veces más cargado de monstruos marinos).
Justo en el instante en que estábamos alcanzando cierta velocidad como para poner segunda, dimos un salto hacia delante y la palanca de cambio por propia voluntad decidió volver al punto muerto. No sin antes golpear mi antebrazo y el reproductor de cassetts en un movimiento casi circular descrito por la esfera que coronaba la palanca.
Automáticamente los parlantes del vehículo cobraron vida y comenzó a sonar algo que me erizó los pelos de punta.
La canción: “MI PULGAR ESTÁ HECHO DE QUESO”.
Tema número dos del álbum: “PROFESIÓN: ASTRONAUTA”.
Los eruditos musicales y héroes intergalácticos responsables: “CABAIIO DELLA SAVANNA”. La mejor banda del Multiverso y sus inmediaciones.
Me abroché el cinturón. Remangué mi blusa semi-transparente y llevé a esa estúpida palanca de cambio de vuelta a donde pertenecía de un solo movimiento.
No sabía bien a dónde iba o por qué. Probablemente me encaminaba directamente a una muerte por demás sin sentido. Pero de algo estaba bien seguro, no podría pedir mejor acompañamiento musical.
Continuará...
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