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RESEÑA CLUB DE LA PELEA
por The Tat



Soy la reseña de la película de Jack .

Es extraño lo que se viene a tu mente cuando ves como te ponen un arma en la boca.
En ningún momento piensas en tus seres queridos. O en lo que te hubiera gustado hacer.

En realidad lo que se te viene a la mente es la obscena expresión de tu cara al engullirse el cañón del arma.

Y ahí estoy, en la pantalla. Tyler me pregunta si tengo últimas palabras…

Cómo y porqué conocí a Tyler son dos preguntas que encierran buena parte del argumento de la película. Por el momento, estoy en una silla haciéndole algo muy parecido al sexo oral a una pistola automática calibre 45, la cual probablemente este sucia.

Tyler Durden y yo. De eso se trata todo esto.

Tyler Durden, una zorra loca, esta reseña y yo.

 

Pero la historia también involucra a Bob.

Bob tenía tetas de hembra.

Y me veo estrujar mi cuerpo contra esas tetas tan grandes como cuando dices que dios es grande.

Pero, no.

Ustedes no deben entender de lo que mierda hablo.

Viajemos seis meses atrás.

Soy un yuppie consumista sin personalidad ni vida social. Aparentemente, tampoco puedo dormir. Meses de insomnio vuelven esquizofrénico a cualquiera. En mi caso particular, yo ya era esquizoide antes de no dormir, así que simplemente me volví más cínico de lo habitual y empecé a escribir artículos.

 

(Soy el absurdamente injustificado desperdicio de tiempo de Jack)

Todo se vuelve irreal.

Una copia de una copia de una copia.

Empiezo a vivir la vida viendo todo desde afuera. Al igual que ahora, donde me veo a mi mismo viéndome a mi mismo en la pantalla. Y anoto en mi libretita que tengo que hacerme un tatuaje yakuza en la cara para disimular mis ojeras.

 

La corbata de mi jefe define a que parte del país voy a viajar para cubrir las negligencias en seguridad de los autos que fabrica mi compañía.

Al fin y al cabo, si yo no lo hago, contrarían a algún otro bastardo cínico para hacer el trabajo y yo no tendría la excusa perfecta para odiar mi vida… no habría película y no habría reseña. Ahí se ven.

Trabajo para la corbata de mi jefe. Y es patético. Mi corbata es más inteligente que la suya <Tyler Durden>

Todo se reduce a lo que soy y a lo que realmente quiero ser.

 

¿Lo que soy?

Una persona que se define a si misma según lo que compra en los catálogos de Ikkea.

(Soy el grito desesperado de Jack)

 

¿Lo que quiero ser?

Tyler Durden.

Tyler Durden es el terrorista urbano definitivo. Inteligente al punto de la total indiferencia por las convenciones sociales, y lo bastante confiado en si mismo como para no inhibirse por nada, ni siquiera ante la idea de chocar en la ruta a propósito.

Antes de nuestro Club de la Pelea , Tyler se dedicaba a trabajar en puestos mierdosos pero únicos en la serie de posibilidades que le brindaban para sus geniales bromas de malicia pubescente.

Tyler siempre tenía algo en lo que mantenerse ocupado.

Mezclar una fracción de escena pornográfica en películas infantiles.
Orinar en la comida de las cenas de gala. Fabricar y vender jabón con grasa de orígenes dudosos.
Tener maratones sexuales con Marla…

Marla Singer.

El epítome de lo cínico, lo desesperado y lo autodestructivo.

La primera vez que vi a Marla fue durante una sesión de mi grupo de apoyo para Victimas de Cáncer de Testiculos.

Y antes que lo preguntes, no tengo cáncer… Ir a grupos de apoyo fue la adicción que me curó del insomnio. Cáncer Gastrico, Cáncer de Piel, Tuberculosis, Parásitos Intestinales, Hepatitis, Victimas de Incesto…

Estar rodeado por toda esa gente muerta en vida (o cerca), nunca decir nada para que asumieran lo peor sobre mi, recibir todo su apoyo me daba alivio. Ese alivio me hacía dormir.

 

Hasta que llego ELLA.

Invadió todos mis grupos. Una polizón, igual que yo, una mentirosa… su mentira reflejaba la mía. De nuevo, no pude dormir. <Tyler Durden>

Si tuviera un tumor, le pondría Marla.

(Soy el deseo reprimido de Jack).

Tres semanas después mi apartamento de catálogo explota y termino viviendo con Tyler. Inventamos un nuevo juego, se llama “Peleémonos en el estacionamiento del Bar de Lou hasta quedar hecho polvo”. Antes habíamos probado juegos menos exitosos como “Pongámonos un mapache rabioso en los calzoncillos”, “Hagamos una reforma tributaria” y “Cantemos desnudos en la iglesia”… Con el último nos fue bien hasta que nos invitaron a quedarnos.

El juego de pegarse fue el ganador.

Sin darnos cuenta, otros se fueron sumando. Gente común. Con trabajos comunes. Y con el deseo no formulado de liberar al primitivo interior para destrozar a las corbatas de sus jefes, al cliente idiota, al taxista que cobra de más. Al imbecil que derrama tu cerveza.

Nos organizamos mejor. Del estacionamiento del Bar de Lou pasamos a su sótano.

Aunque primero tuvimos que echar a todos esos sucios nerds fanáticos del Magic…nos patearon el culo cinco veces antes de ganarles usando gas de pimienta y pasos de la banda sonora de Footlose.

Acorde a nuestra formación de corbatas burócratas, creamos reglas:

1-No se habla del Club de la Pelea.
2-NO SE HABLA DEL CLUB DE LA PELEA
3-Si uno grita “basta”, se noquea, palmea el suelo. La pelea se termina.
4-Solo dos personas por pelea.
5-Una Pelea a la ves.
6-Nada de camisas, ni zapatos.
7-Las Peleas duran todo lo que tengan que durar.
8- Si es tu primera noche en el Club de la Pelea … VAS a pelear.

 

Incluso BoB tetas de hembra de mi antiguo grupo de cáncer testicular empezó a participar.

En esa época entré en un estado de claridad mental. También perdí un par de dientes.

Me veo yendo a trabajar con moretones y cicatrices en mi cara. Con manchas de sangre en mi camisa. Me veo escribir poemas Haiku y aterrorizar a la corbata de mi jefe.

Me veo olvidar todas las convicciones que tenia sobre qué te define. Sobre qué hay que tener para ser alguien... o algo. Sobre qué te hace ser humano.

Tyler, con su pedagogía hiriente me lleva a rastras hasta la revelación de que No Somos Especiales. No somos los hijos favoritos de dios. Somos un pedazo de excremento en el universo, creciendo a la sombra de los que creen ser felices. Y eso nos hace libres.

Veo al Club de la Pelea evolucionar, y parece que estoy al margen del proceso.

Veo a los miembros del club haciendo terrorismo urbano como terapia de grupo.

Veo crecer una milicia de hombres criados por mujeres solteras. Con corbatas de jefes que se creen mejores que ellos.

Veo que lo que realmente define al Hombre no es lo que lleva puesto, no es lo que nos muestran los modelos de Calvin Klain.

No es lo que nos dice la programación social sobre ser los mejores, mejorar en todo, mejorarse a uno mismo.

Tyler Durden lo dijo. Yo lo dije. “La automejora, es masturbación. Pero La autodestrucción…”

Es realidad. Es endurecimiento. Es indiferencia ante el hecho de que No Le Gustamos a Dios.

 

(Soy la visión reveladora del universo de Jack)

Estoy sentado frente a la pantalla cuadrada que me muestra intentando detener los planes de Tyler y su milicia.

Me veo visitar Clubes de la Pelea en Nueva Orleáns. Chicago. Boston.

Me veo parar de escribir dos minutos para echarme una meada

Me veo aplastado por los juegos mentales de Tyler hasta perderlo de vista. Y hasta perderme de vista a mi mismo.

Me veo tratando de salvar a Marla haciendo que me odie aunque quiero que me ame.

Me veo tan tristemente desorientado como un judío gordo en una convención de skinheads.

Me veo imponer una nueva moda al correr por el medio de la calle en calzoncillos y gabardina con una 45 sucia en la mano.

Me veo en el Proyecto Caos.


Me veo sentado en una silla haciéndole algo muy parecido al sexo oral a una pistola calibre .45, probablemente sucia. Tyler me pregunta por mis últimas palabras.

 

 

Soy el final en suspenso de la Reseña de Jack.







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